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X XVII l.
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nidad , toda la·malignidad de sus deseos. En vano hace to–
dos los
e~fuerzos
que
puede para apartar los ojos,
y
la
imaginacion de estos tristes objetos , cuya vista aumenta
la amargura , el dolor ,
y
la desesperacion
á
sus tonnen–
tos :
el
objeto es fixo , y
el
ánin1o está clavado en
él
in–
separablemente.
De aquí nacen aquellos ren1ordimientos desesperados,
y
eternos. Pude no condenarme,
y
n1e condené , porque
no quise aplicar los medios para evitarlo. Pude ser dichoso
por toda una eternidad , y no lo soy, porque no me dió
gana de practicar los tnedios conducentes para serlo. Pude
salvarn1e, tuve mil veces pensamiento, y aun llegué á for–
mar la resolucion de dedicarme á esto ,
y
no me dediqué.
Fulano , y Fulana
~
tenian acaso mas interes que yo en no
condenarse
!
~
tuviéron mas n1edios que yo para evitar el
Infierno?
~
tuviéron ménos estorbos que yo para ser bue–
nos
?
~
el precio del Cielo se puso mas alto para mí, que
para ellos
~
¡ eLlos consiguiéron su salvacion , yo no con–
seguí la mia , y me condené
!
¡
Ah!
¡y si huviera hecho yo estas reflexiones, quando
estaba en parage
d_e
hacerlas , y de aprovecharme de ellas!
Mas ¡ay de mí! que ya las hice,
y
aun tuve muy presente
el ·eterno arrepentimiento que me havia de costar
el
ha–
verlas hecho tan mal ,
y
tan sin provecho. Ya llegó este
arrepentimiento : ya le padezco , y le padeceré por toda la
eternidad. Considera bien toda la amargura , toda la des–
esperacion de esta rabia. ¡O mi Dios ! ¡ y qué terrible ei
tu venganza! pero al mismo tiempo ¡ qué justa! ¡O! ¡y
qué profunda es mi n1alicia!
P U N T O
S
E G U N D O.
Considera que no son el menor tormento del Infier–
no las reflexiones que ·está precisado
á
hacer un infeliz con–
denado por toda la eternidad.
Yo, se dirá él
á
sí mismo, insensato por disolucion,
im–
pío por capricho , por condescendencia, y por humor , te–
nia listhna , y aun
rne
reia de los que
eran
cuerdos ,
y
Qqq
2
pru..