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D 1 A XXVIl I.

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sejos ,

y

zelosa predicacion reduxo á no -pocos dhtraidos

de la Fe al conocimiento de la verdad. Incorporado en

el

Clero de aquella Iglesia por Sancho , Obispo de

ell~

á la

sazon , manifestó desde luego

el

fondo de su gran sabidu–

ría ,

y

eminente virtud , siendo en su inculpable vida la ad–

miracion de toda la Ciudad. Pero como

a

la fama de su san–

tidad, y repetidos prodigios concurriesen de los Pueblos,

y

Castillos vecinos muchos enfermos

a

conseguir

la

apetecida

salud por la poderosa intercesion del siervo de Dios;

no pudiendo sufrir su profunda humildad la veneracion,

y

aplausos que todas las gentes le tributaban , se ausen–

tó secretamente de Calahorra ,

y

pasó

i

la Ciudad de

Tarazana , donde se agregó al Sacristan de aquella Igle–

sia para ayudarle en el ministerio ; contentándose con se–

mejante destino , aquel que con el tiempo havia de ser

el

nus esclarecido Pastor de la misma Iglesia. Muerto el

Sa~

cristan , se le concedió el oficio ,

y

fué promovido

á

los

Ordenes Sagrados, cuyas funcior¡es dispetJSÓ con tanta jus-–

tificacion ,

y

edrficacmr

que haviendo fullecido

el

Arce–

diano , se le e n rió aq tella

~ignidad

condecorada por en–

tónces con las 1nay:ores prerogativas,

y

mas amplias fa–

cultades ; dexapdose en ella ver como un fiel dispensero de

las rentas Eclesiásticas ,

y

u ministro

el

mas zeloso de to-

dos los cargos de su de er.

· ·

Quando Prudencia se hallaba ocupado

en

las funcio–

nes de su empleo

á

satisfaccion de todo

el

Clero , y

Pue–

blo por su exactitud ' y ;ustificacion ' proclamado digno de

nuyores ascensos; ocurrió la nmerte del Obispo de Tara–

zona , y haviendo inspirado el Espíritu Santo á muchos que

se hiciese

la

eleccion de Prelado en

el

Santo : al dia sep–

timo de vacante aquella Cáthedra todos los Ciudadanos des..

de el mínimo hasta el mayor clamáron

á

una voz que re–

rJbiera Prudencia el ministerio Episcopal, porque era ei Pa–

dre de los pobres , el consuelo de los afligidos , el alivio

de los ·enfermos ,

y

el refugio de todos. No pudo resistir–

se

á

la

voluntad de Dios bien clara en tan visibles prue·

?as,,

y

confiado en la gracia

del

Señor que Ie eligió, su–

Jeto su hombros

á

la pesada carga de tan alto núnisterio,

Ppp

2

cu-