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de
pecado:
es
verdad; ¿mas sed
por
eso ind;ieren–
.te para un Religioso la observancia, ó el quebrar:tamien–
to de sus
reglas~
No se obligó Dios indiferentemente
á
dispensarle sus nuyores gracias. Fuera de que
h~y
pocas re·
glas ' que no tengan alguna conexion con la exacta obser–
vancia de los votos. Upo de los lazos q_ue arm
J
el demo–
nio
á
los Religiosos imperfectos es hacerlos descnidar con
el concepto en que
est~n
, de que no es pecado la in–
observancia de .las reglas : rara vez dexa de estar acom
pa–
ñada de n1enosprecio esta negligencia habitual. Eximína–
te bien sobre este punto : teme las omisiones, porque
si
.po elbs te harán llorar mucho algun dia.
DIA VEINTE Y OCHO. ·
San Vida!
,
Mqrtyr.
SJn
Vidal, tan célebre en todo el Orbe Christiano,
y
singularmente en Milán , fué de ilustre,
y
antigua fami–
lia.
Algunos le hacen.Padre de los Santos Mártyres Ger–
vasio ,
y
Protasio : lo cierro es que él ,
y
toda su familia
eran Christianos. Mas por no havérsele ofrecido ocasion
oportuna de declararse,
y
de hacer pública profesion de
su fé, se contentaba con asistir, consolar ,
y
socorrer á
los Fieles , sirviendo
á
estos de exempla·r,
y
de modelo
su
ajustada vida,
y
aun
á
los mismos Gentiles causaba ad–
nliracion su honradez ,
y
su bondad.
Havia servido de Oficia1 en los Exércitos del Empera...
dor,
y
se havia distingu·ido en las funciones. Así por
el
grado que tenia en el Exército , como por el mucho pa–
pel
que hacia en la Ciudad , havia contraído estrecha amis-
ad con
el
Cónsul Paulina , enemigo mortal de los Chris–
tianos; pero en medio de
SU
ojeriza , 111L1Chas veces
]os
havia perdonado por respetos de Vidal, cuya intcrcesion
jnzgaba ser n1ero ,
y
si
m
pie efecto de
aqnclla
su bondad
natural, que sin distincion de personas se extel1uia
á
todos
los· infelices. A favor de esta
reputacion ,
y
dd
gran
eré-
di-