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A
:B
R 1 L.
P U N T ·O
S
E G U N DO.
Considera , que
fu~ra
de tos motivos que tenemos pa–
ra
humillarnos , debieramos ser humildes aunque no fuer a
nns que por lo 1nucho que se gana en
el
cxercicio de esta
importante virtud.
Ninguna hay sin humildad ;
y
todas cuestan poco
á
una
alma verdaderamente humilde. Comunícase
á
ésta, di ce el
Apóstol Santiago ( Jacob.
4·)
con abundancia
la
gracia.
Y
añade el Sabio.
Fíni.r modestitt,
timor Domini,
divit lte
,
&
gloria,
.&
vita.
{Prov.
z z.
)
El que
es
humilde
teme
~
Dios;
crece en n1érito,
y
en
gloria,
y
quanto mas profundo es
el cimiento de la humi1dad, mas elevado es
el
edificio de
la perfecdon.
Humiles
1piritu
salvabit
.(
Ps.
3 3·)
la humildad
christiana es prenda de la salvacion. <En quién pondré yo
n1is
b~nignos
.ojos , dice Dios
po~
el
Profeta ;
á
quién fran–
quearé los tesoros
de
n1i
misericordia , sino
á
un corazon
hulnilde
y
contrito?
Ad
quem
respícifl.m, nisi tzd pauper....
culum
&-
eontritum
~
(
lsai.
6
. )
\ Bien se pueíie ·decir que la humildad desanna
la
t:o"Iera
de Dios que le -gana
el
corazon,
y
le empeña , por decir-
·-
lo así ,
en
hacer las nuyores maravillas.
Qui.a respexit hu- .
rnilitatem
ancillte
sute..
La
gracia de haber sido elevada
á
la
suprema dignidad de Madre de Dios, no la atribuyó la San–
tÍsima Vírgen ni
á
su vjrginidad,
ni
a
su fervor, ni
á
todas
. las demas
virmdes
qne
po~eia
:en
gr~do
tan eminente
~
sino
pr.ecisamente
á
su hum_ildad;
Quia respexlt lm:nilitatcm-
.Sea–
Jnos humildes, no sa1gan1os jamas ,de nuestra nada.,
·y
aquel
gran Dios que crió -de esta
~misma
nada
á
todo el Universo,
se
,valdrá
de
nosotros para .obrar
mil
nuravillas..
Mira
á
los Apóstoles, pon lo.s ojos en :los mayores
.Santos., todos fuéron
á
qualmas humi1des.
¡Qué
prodigiqs
no obró
d
portentoso Pau1a entre
los
grandes ,
y
los pe-
1
.queños
1
~
Fué
sin .duda
el
m-ilagro de
su
siglo; pero havia
,en
e1
mundo
hombre mas humilde ?
¿
Qttándo ha de llegar
-el
tlem,po de .que 1tanto.s
y
tan visibles ·.exen1plos, tantos
y
tan poderosos 111otivos,
y
tantas
y
tan
urgentes razones
·
nos