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ABRI~
esa facilidad en mudarte no arguye qpe se
n1u~áron
los
principios por donde te gobernabas. Gen1iste
a
los
pie~
del Confesor, sentístete movido,
y
aun penetrado de do–
lor de tus pecados , llegó este dolor ·hasta arrancute sus–
piros del corazon , y lágrimas de los ojos. Esto quiere de–
cir qne la gracia fué bien fuerte , que
fué
extraordinario
·c:l
n1ovhniento que el Espíritu Santo in1primió en tu co•
r.azon. Pero si al punto te volviste
á
enredar ·en los anti–
guos lazos ,
y
en las primeras ocasiones ; si dentro de
ocho dias,
y
acaso al dia siguiente resucitó el pecado que
parecia muerto ;
y
aquel enemigo , vencido, desarmado,
arrojado del corazon , destruido , aniquilado , se halla un
n1omento despues tan fuerte, tan dueño de la plaza como
si Dios nunca la huviera t0111ado : ( todo esto querrá de–
cir que la pe·nitencia fué muy sincera ? Las prontas recai–
das forman por lo ménos una vehetnente presuncion de
qne
el
dolor fué fingido , el propósito imperfecto , la re–
conciliacion falsa , la confesion nula. Y esto que se dice
de las cnlpas graves, á proporcion se debe entender ram–
bien de las leves. ¡ O, mi Dios , quántos falsos arrepenti–
Dlientos, y quantas penitencias aun
tod~vía
tnas falsas
.des-~
cubrirán
gun dia las freqüentes recaidas!
P U N T O S E G U N D O.
C~nsidera
, que si la falsa penitencia es la cansa
mas
ordinaria de. las recaidas , no es rnénos cierto que la im–
penitencia es tambien el efecto mas natural d.e ellas. El
.que vuelve á caer tiene motivo para · sospechar que no se
levantó .bien ;
y
no le tiene .menor para temer que no se
volverá á levantar.
Quando
el
diablo fué una vez arrojado del alma , s\
vuelve
a
entrar en ella , dice el Salvador ,_
lleva consigo
.otros siete espíritus infernales l'J!aS perversos que él, para
. 'que puedan hacer 1nas larga ,
y
1nas vigorosa resistencia
á
la gracia. Y el enemigo
qu~
volvió á ganar el puesto
que havia perdido,
~será
ménos .vigilante despues, que lo
·
.
·
ha-