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A B R 1 L.
posíble que no
se sacrifiqne
quinto
hay
que
sacrificar por
lograr
este banguete!
¡Y
es posible qne se suspire por otro
bien ,
que se anhele por otro gusto .en
la
tierra
L
El
Ev~-zngelio
es del capí!ttlo
15.
de
San Juan.
I
N illo t tmpore:
Dixit
Jesus
disczjmlis suiJ':
Eg o
sum
vi–
tis, vos p almites: qui mtmet in
tl1.t? ,
&
ego
in e
o,
hic:
f ert fruct
11111.
multum:
qui.z
siJte
me
nihil po–
testis /acere. Si quis in me non
manserit: mittetur J oras sicut
palmes
,
&
areuet,
(J.
colligent
eum,
&
in ignem
mittent
1
&
ar–
de
t.
Si
manseritís
in
1ize,
&
ver–
ba met1.
i1t
vobis
manserint:
quod–
cumque volueritis petetis,
&
jiet
vobis. In hoc cl.1rijicatus est
Pa–
ter meus, ut .{:uctmn plurímum
a.fferatis,
&
e_fficiamini
ui
dis–
cipuli. Sicut dilexit m Pater,
&
ego dilexi vos.
JVfmzef,e
in dilec–
tione
uua..
Si wtecepra
me~"l
ser–
var;eritis, ma ebit-is
in..
ilectio-
1ZemK,'1.,
sirut&ego
Patrismei
prtecepta
serv.rvi,
&
maneo in
ejus
dilection~.
Htec
locutus sum
vobís ut
gaudium meum
in vo–
bis
sit,
&
gaudium vestrum im–
pleatur.
E
N tiempo que Jesu-Christo en–
señaba
á
sus di scípulos su ce–
lestial doctrina , les habló con
la
-si·
guiente parábola: Yo soy'la vid,
vo·~otros los sarmientos:
d
que perma–
nece en mí,
y
yo en él , éste lle va
mucho fruto ; porque sin
ruí
nada
podc:is hacer: si alguno no permane–
ciere en mí , será arrojado como
un sarmiento, que se secará, cogerán,
echarán al fuego ,
y
arderá. Si per–
maneciereis en mí,
y
en vosotros mis
palabras; pediréis quanto quisiereis,
y
se os concederá. En esto es glori–
ficado mi Padre, en que llt:veis abun–
dantísimo fruto,
y
os lngais mis dis–
cípulos. Yo os he amado , como mi
Padre
á
mí. Permaneced en mi amor.
Si observareis mis preceptos , per-
"'.
•
1
manecerets en m1 amor ; as1 como
yo he cumplido los mandatos de mi
.Padre, y permanezco en su amor.
Os· he dicho estas cosas , para que
sea en vosotros mi gozo , y
se
complete
el
vuestro.
MEDIT ACION
De las rccaidas.
P U N T O P R 1 M E R O.
Considera, que todo pecado es el n1ayor
n1al
del
hombre; pero la reincidencia en el pecado es prueba
muy
sensible de la extrema malignidad de este
n1al.
Muchos se
escapan de los
n1ayores
1nales ; pero
pocos
se
levantan
de
las