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364 .

ABRI~

sar

á

Nonnandía , donde le restituyó

á

la gracia del

Rey, –

el qual, depuestas sus -falsas pre.ocupaciones, reconoció

la

virtud del Arzobispo , que acreditaba Dios cada dia con

grandes milagros. Recibióle con respeto , abrazóle con ter–

nura ,

y

le volvió

á

colocar en la pacífica posesion de to-

dos sus derechos;

.

No gozó An5elmo largo tiempo de esta tranquilidad,

porq_ue acometido de una prolixa , y 1nolesta enfermeda-d,

se detuvo en la Abadía de Bec · , y no pudo restituirse

á

su Iglesia hasta el año de

1 107.

Fué recibido en -ella con

la

pon1pa, que inspira

á

los pueblos el res·peto , y la ter–

nura , que profesan

á

la santidad) y no estuvo ocioso en

aquella calma , porque se aplicó

el

vigilante Pastor

á

apa:..

centar

á

sus ovejas con

el

mas zdoso desvelo..

Causa verdaderamente adn1irctcion , cómo este gran

San~

to , en medio de una salud tan débil , y

tan quebrantada

con sus excesivas penitencias, con tantas , y tan n1olestas

persecuciones , con tantos trabajos ,

y

fatigas , pudo en–

contrar tiempo para

enriquece~

la Iglesia de Dios con tan

prodigioso número de obras excelentes , en Ja.s quales no

se sabe qué debe dmirarse mas , si su profunda erudicion,

y

sabiduría ,

ó

su tierna ,

y

fervorosa piedad. Son poco&·

los Doctores de la Iglesia , que

~an

tratad? los dogmas

nus elevados , y las qiiestiones tnas espinosas .,

y

sutiles con

tanta precision .,

y

con tanta solidez co1no este hombre

verdaderamente grand€.

A

él le debe la Theología Escolás–

tica su método. , y la

M

ystica , ó Ascética sus progresos.

Aunque en todos sus escritos se dexa reconocer la ter–

nura de su devocion, en ningunos brilla mas , ni se der–

rama con mayor abundancia , que en sus

n~editaciones

so–

bre

b

Pasion de Christo ,

y

siempr<:! que trata de las ex–

celencias de la Vírgen. La devocion

á

la Madre de Dios

nació con él, y

cr~ció

al paso de sus años. Fué nnb

d .

los primeros Doctores de la Iglesia ; que hablaron con ma..

yor emphasis,

y

con mayor energía de su inmaculada Con–

cepcion ; y no podia reprimir las lágrimas en el Altar,

ni

quando oia hablar de los privilegios. ,

y

del poder de la San.,;

tísima

Vírgen.

Ha·