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CAPITULO II.

hinnuloque cervorum super mon–

t~s

Bether.

Bether

,

que muchos trasladan como ape–

lati vo :

Montes de division ;

porque sue–

len serlo de algu nas

ti err as . Los

L xx .

traslaJ aron

E?rl

6p~

'll.o iA.w1ui -rwv

,

sobre

la

corza,

y

al enodio de los cier–

vos sabre los mantes de Bether.

mantes de cnvidades

;

con Io que se

explicao las abert uras , valles

y

con–

cavid ades que hay en ellos. Bossu BT po–

ne aqui fin al segundo dia de las bodas.

C~PITULO

I I

I.

Solicitud de una alma en buscar al Esposo,

y

esfuerzos para hallat'lo.

r

como despues de hallado

,

lo ha de conservar en su corazon.

1

In leetulo meo . per no–

ctes quaesivi quern diligit ani–

rna mea : quaesi vi illum , et non

inveni.

2

Surgam , et circuibo Ci–

vitatem : per vicos et plateas

quaeram quern

diligit

anima

rnea : quaesivi illum , et no.n in–

veni.

1

Hemos de suponer , que volvien–

do en s1 la Esposa del suefi.o

y

del des–

mayo en que estaba ,

y

viendose so–

Ia

y conociendo su engafi.o , dixo a sus

compafi.eras las siguien tes palabras :

En

mi !echo

...

como si dixera : V eo que

h a sido un suefio todo Io que por mi

h a pasad o esta no

e ·: ere! teoer en mi

compaflia al unico amor de mi alma ;

y

ahora que he despertaqo , veo que es–

t a ausente ,

y

que en vano lo he bus–

cado.

Por ltts noc!tes

;

el plural por el

singu lar. L a I glesia habia visto a Je–

su Christo su Esposo en medio de la

congregacion de

los

fieles

antes que

subiese a los Cielos ;

y

des pues

que

esto sucedi6 , comeoz6 a buscarle c.on

el mayor cuidado en su Jecho ; esto

es , en la Synagoga , en la <.lue hasta

eo tonccs habia el acostumbrado reposar.

Alli le busc6 , intentando sacar a aqne–

lla Nacion incredula d e .las tioieb!as de

Tom. VI.

1

En mi lecho por

las

no–

ches busque al que ama mi ani–

rna

1

busquele,

y

no le ha–

lle.

.z

Levantarmehe,

y

dare vuel–

tas a la Ciudad

2

:

por

las ca–

lles

y

por

las

plazas puscare al

que ama mi anima

busquele,

y

no

le

halle.

Ia

ignorancia a

la

luz

y

conoc1m1en–

to de la verdad ; pero no hall ando bien

dispuesto aquel Pueblo , se ve en la pre–

cision de salir foera a buscarle.

~

Gran fuerza de amor es esta , que

ni

la ooche ni la soled ad ni los atre–

vimientos de hombres perdidos , que en

tal es tiempos

y

Iuga res suelen desman–

d;,; rse, pudieron estorbar a la Esposa gue

dexase de buscar lo que deseaba. M.LEoN.

La~sposa

, no hall ando en el Jecho a su

amado , salta luego de la cama ,

y

no

dexa barrio , plaza ni calle de toda la

Ciud ad que · no recorra , busca

ole en

l as Synagogas de los Hebreos , quc ha–

bi a esparcidas por el mnndo, y entre los '

mismos Gentiles,

y

no le hall a tao pron–

to Como

el

pensaba. Es un conocido

engano pretende r buscar a Dios descan–

sando ; pues para bu scarle d e veras , no

hny peligro a que no nos hayamos de

exponer : todo lo hemos de arri esgar.

D