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CAPITULO XXIII.

,sit

indutum veste alba , et re–

misit ad Pilatum.

12

Et faél:i sunt amici: He–

rodes et Pilatus in ipsa die: nam

a ntea inimici erant 'ad invicem.

13

Pilatus

'tem

conv~

Principibus Sace

gistratibus et plebe,

14

Dixit ad iJios .: Ob¡uli–

stis mihi hunc hominem quasi

1vertentem populum , et

~e

ego coram vobis ·interrog!Jiís •,

n ullam causam inveni in homi–

ne isto ex bis , in 'iuibus eum

accusatis.

15

Sed neque Herodes: nam

remisi vos ad

illum , et ecce

n ihil dignum morte aél:um est

ei.

16

Emenda

dimittam.

l

17

Necesr:

llutem habebat

dimittere eisi _per diem fes tum

unum.

r

18

Exchli . avit autem simul

universa tud\ , dicens : T-olle

h unc , et dirl\, ce nobis Barab–

bam,

por burla de una ropa blanca ',

y

le volvió a enviar a Pilaco.

12

Y

aquel día quedaron ami–

gos Herodes y Pilato : porque

ántes eran enemi gos entre sí.

13

Pilato pues llamó

a

los Sacerdote.

a

os

agistra

os

,

14

Y

díxoles: Me habeis pre–

sentado este hombre como per–

vertidor del pueblo, y ved que

jiJI'eguntándole yo delante de vo–

sotros , no haJlé en este hombre

culpa alguna de aquella* en que

l

acusais.

'

·

15

Ni

H erodes tampoco: por–

. que os remití a él, y he aquí que

nada le ha probado que merezca

la muerte •.

16 .,

Pues Jo despacharé des–

pues de haberlo castigado

3 •

17

Mas

les debía dar un

preso por el dia de

la

fies~

ta •.

18 Y

todo el pueblo dió vo–

ces a una , diciendo : Haz mq¡

rir a este , y suéltanos a Ba–

rabbas

s ,

:~

T . Gr.

ta-.5-~'Tct

Ad..

'iT~.J.v

,

t

s Las palabras Hebreas de origen que

d ura brillante , magu(fi.'

trasladamos a nuestra lcngu:'l Castellana se

un Rey , queriendo que

pueden considerar en tres

clas~.

La pri-

dc uo Rey de theatro.

)

mera es de aquellas voces que siempre"'

~

O

no se

ha probado

1.

afruado

c~onse1van

su

orígen ,como R ubcn, Nep!t-

t ra

él

cosa q11e·mcrezca

la

' uerre.

ta!t , David , D aniel, Simou ,

y

nada mu-

3

E~ta

fué

una iniquic'•

de Pilatos;

danen

Caste~~o.

La segunda es de las pa"

porque si le reconocia

in~.

ente , ¿cómo

b bras que est

ya naturalizadas en nues-

podia castigarle solo por

s~

isf.1cer el

fu-

tr~

id1omn ,

p~

haber mudado alguna le-

ror

de los Judíos? La

pcn~,

de azotes era

rra de suongen

e nunca vuelven a tomar,

)a ordinaria con que los

R<:

anos castiga-

como

J uan ,

y

r

1

~ommes,

Bernabé ,

y no

ban a los delinqiientes ,

q~

1

J

1do los deli-

B aruabas ,

Sm1

·ago ,

y no

San Iacobo

...

tos no eran capitales.

fl."

A la tercera pcJ, ·neccn las d1cciones , que

4

D e P:1.squa. Y lo pr<fJ:t o al pueblo,

aunque natnral1[¡ :fas

y

v:madas en el len-

valiéndose de este moP.

,..

..

ara librar a

guagc

un ,

)nservan no obstante su

J

csus.

·

ongcn entre los 't>oél:os. Tales son

Em-

(J

' Ioann.

XVIII.

38.

~~

Xr:K..

't•

Tom. I.