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- ·96-

lilgal'es

<te

la Escritura pnl'a el mismo fin. Por el SaÍt110

3.t y

G~,

·y

p

or el

cap.

l.

o del Lib.

l.

0

de los

Paralipome.n.o~

sabe–

lnO

"ILJ.Ue

el Rey David mortificaba su cuerpo con c1hc1os: lo

mi

s1fi'á hi

zo el Rey Joran cuando en unacrnel hambre supo que

cierta madre babia comido

su hijo segun se lee en el Lib

ro de

los

R eyes cap. 6: los Sacerdotes cubrieron sus

carnes c

on

eil.ic

íos,

luego que Ilolofernes sitió

á

J3etulia, como

cons.ta

del

Libr

o 4

de los Reyes cap.

1

\'erso 9;

y

los Profetas

predica

ndo la pe–

nitencia, rcéomen<laban los cilicios.

Ccñios

tle

cilicios,

ff¡lañid

!f aullar,

porque

110

se

ha

apartado de nosotros la 'irá del

f

urw

.qelSeíl.or

,

gritabaJeremias, lo que puede verseen el cap. 4

•'ei·s.

8

de sus pro

focias:

y

que J\'[acabco con sus compañeros de armas

l'ienclo acercarse sn enemigo, postrados en la grada del altar

para que el Señor los socorriese, echaron tierra sobre sus ca·

bezas,

y

cirieron sus lomos con cilicios, se dice en el segundo

Libro de los Macabeos cap.

10

vers.

215.

Pero debe saberse

que los cilicios de aquellos tiempos, eran un vestido aspero de

pelos de cabras

ó

de camellos sobre las carnes, como el que

usaba

el

Precursor de

J

esn-Cristo,

y

que solo hace como cuatro

siglos poco mas

o

menos, que se inventaron cilicios de fierro

ó

de otro metal.

·

De la disciplina, como mortificacion corpornl, no se

hace menc'ion ni en la Escritura, ni en los primeros siglos de la

Iglesia; pues aunque en el salmo 2 se lee la palabra disciplina,

significa en ese lngar la ensei'1anza, respeto

y

obediencia

á

la

Ley del Seiior. Tambien San Cipriano exhortan<lo

a

las Vir–

j enes, nombra la disciplina; pero entiende por ella el vestido

honesto y la modestia que deben tener las que se han

!)011SU·

grado enteramente

á

Dios. Sin embargo, algunos autores es–

ponien~lo

estas palabras de San Pablo_en sn primera. E pistola

a

los Corintios, cap.

!)

v_ers. 27.

Castig·o mi cuerpo y lo pongo

en Stl"IJU!umhre,jJorque no acontezca que habiend

o predicu

do

á

fitros me haga yo mismo ,.eprnhado;

opinan que el

Apost.ol

mul–

tra~aha

su cuerpo con golpes: pero San J eronimo

en su Co

men–

ta

n o

~le

esta :Epistoh, San Ambrosio esponicndola, y San

Agn.strn m:t su tratado <lel nuevo cantico dicen, que el Santo

cast1gab~

su cuerpo con los ayunos, los trabajos, el h ambre, la

sed, el fno

y

la clesnurlez, cuy·a interpretacion es tomada de

otra_¡; palabras del mismo Apostol que se leen en su •e"'tmda

Epístola

a

los Corintios, cap. 6 vers. 5. Lo que no puecl

0

e du·

darse es, que en los mas antiguos monasterios, se imponía

la

pena de azotes

á

los monjes que caían en alguna culpa nota–

ple; Yque segun los canoiles penitenciales, se postraban algu-