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En el dia siguiente, cantó en la Jglesin Catedral, l\lisn solem–
ne de accion de gracias, el señor doctor don Juan Santoyo, su
dean y comisario de la Santa Cruzada, y predicó el reverendo
p11dre maestro frny Gaspar Saldaña, pl'ior y vicario provincial.
Asistieron.
á
la funcion, el excelentísimo sellor doctor don l\lel–
chor de Liñan y Cisneros, Virey Arzobispo, la Real Audiencia,
el Tribunal tle Cuentas, Cabildo eclesiástico y seculur, la Uni–
versidad, colegios, religiosos de todas las órdenes, y toda la
nobleza
y
pueblo; y despues de cantado el evangelio, subien–
do al pul pito el notario de la causa, leyó en alta voz el sobr s–
crito del pliego que cont\!nia las ·letras Remí.soriales. Al oírle,
derramó el concurso copiosas lágrimas de gozo, porque se acer–
caba el tiempo de ver beatificado y canonizado
á
fray Martín;
y unos
á
otros referían la heroicidad de sus virtudes, y los mi–
lagros obrados por Dios, para confirmar el concepto de santo,
en que todos le tenian.
Despues de celebrada esta solemnísima fiesta, se dió princi–
pio,_en el mismo nilo, al proceso apostólico,
y
habiéndose con–
·cluido con ciento sesenta y cuatro testigos el año de ((i86, se
cerró eI pliego que lo contenía en la Iglesia Catedral
á
vi ta del
sel1or Arzobispo y de los jueces: y sellado el cajon, lo puso su
Ilustrísima sobre el altar mayor. Entouóse luego el
Te
D e11111
lau–
da1nus,
con música y repique de campanas, en accion de gra–
cias;
y
al ver el sellor Arzobispo el numeroso concurso que
no cnbia en la Iglesia, derramando muchas lálnimas, dijo:
Así
MMli· Dios
á
un pobre mt1Jlato, que supo servirle
y
amarlo
de
oorci–
zon.
Consideraria entonces su ilustrísima la vanidad del na–
cimiento, de las riquezas
y
honores mundanos,
y
comparando
la muerte de los potentados soberbios con la de fray Martin; el
total olvido, ó In execrable memoria que se hace de aquellos
despues que fallecieron, y el plausible recuerdo de este, pro–
rumpió su corazan en esas expresiones que humillaban
á
los
concurrentes orgullosos,
y
exaltaban nl·siervo del Scllor.
Acabada esta solemnidad, se retiró el seilor Arzobispo, y
acompafiaron hasta la puerta de la Iglesia, á la comunidad del
Bosario, los jueces, Cabildo, nobleza
y
pueblo. Tomaron lue"'O
el cajon el prelaClo
y
maestros del convento; mas no le lleva–
ron estos
á
In Iglesia del Rosario, sino algunos sefiores del
Ca–
bildo
y
otros personages respetables, que quisieron bonral'Se
llevando sobre sus hombros el cajon que contenia las infor–
m11oiones; por lo que Jos religiosos
le~
cedieron. su derecho.
Habiendo entrado
a
la Iglesia, se puso el ca1on sobre el
oltar
mayor, para ofrecer
á
Dios las
~r.tudes
de.
~u
nmllllte
siervo· despues sobre el altar de la Virgen Santmma, con-
,
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