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José E
scolástico Sanchez, entre los cuales los cuatro primeros
habiau
adquirí.dogrande reputacion. Pero, como cndn uuo en
su ''ez,
experimentando la inutilidad de los remedios radicales,
la prescribiese únic11mente un método paliativo,
y
In dijese que
- su mal era absolutamente incurable, desahuéinda de todos,
perdidas sus fuerzas, y extenuada hasta ló sumo, esperaba la
muerte en su triste
y
desamparado domicilio.
llallándose en este infeliz estado el año de 1785, supo, por el
alborozo general, que h bian sido aprobadas por
el
Papa las
virtudes en grado heróico de los siervos de Dios, fray Junn Ma–
sias y fray !lfartin de Porres, y dicrnndole unn comadre suya
que se encomendase
á
cualquiera de los dos, porque los sier–
vÓs de Dios hacina milagros cuando estabau para canonizarse, se
inclinó solo á fray Martiu, tal vez por limef\o
'y
haberse educa–
do en Guayaquil, país de ella. Al instante cobró aliento suco–
ra~ou
abatido;
y
avivando la confianza en In intercesion del
siervo de Dios, salió de su casa, sita abajo del Puente;
y
camí–
nó doce cuadyns hasta la ' Recoleta Domínica., para encomen–
darse á fray llfartin,
y
pedir á los religiosos ,tierra de su sagra–
<!o sepulcro.
Babie1,1do llegado
á
la portería, vió un retrato de fray Mar–
tin de Porres, y pidiéndole
á
Dios fervorosamente que le con–
cediese la salud por intercesion de este su fiel siervo, cayó
desmayada; mas recobróse luego bebiend·o agua fresen-, que Je
suministró un religioso, quien la dijo
9.ue'en el convento del
Rosario estaba el sepulcro de fray l\la
rtin.Volvió
á
su casa sin
el cansancio
y
fatiga que eran regulares; pues, aunque conti–
nm1ban los dolol'es no eran tan intensos, y habiendo con·
seguido
á
pocos dias tierra del sepulcro de fray Martin,
la puso sobre el apósito aéostumbrado,
y
la' contuvo con una
venda.
Como cesasen al instante los dolores y la emanacion puru–
lenta, no levantó doña María el apósito hasta el tercer día, en
el que, viendo cerradas
l~s
fistulas y reparada enteramente la
parte afecta, llamó al marido y á las amigas que la acompatlu·
ban. Registráro.ula, y aunque comprirnian fuertemente el ii–
tio, no vertía la
~enor
gota de. pus,
notándo~~
solo
en.lapar–
te una pequeña cisura. Fervorizada mas la ¡iac1ente
á vista del
prodigio, se aplicó otro poco de tierra que le habia quedado; y
al siguiente dia se vió, no solo i;uteramente cerrada esa peque–
fiísirnn abertura, sino que, en vez de quedarle cicatriz
y
frun–
cimiento en dicha parte, solo se veía una leve m11ncha que de·
siguaba el sitio del anterior padecimiento. Presto recobró per–
féctameute sus fuerzas, y habiendo contraído segundo matri-