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gos , especialmente en la Francia ; la perdida
de la Tierra Santa; las violencias del Empe–
rador Federíco Segundo contra la Iglesia ;
y
la irrupcion de los Tártaros en las tierras de
los Christianos.
En este calamitoso estado se hallaba la Igle–
sia en el siglo
XIII. ;
pero aquel Señor que no
duerme , ni entreduerme en el cuidado
y
guar–
da de Israel (r) , hizo amanecer en el Emisferio
de su Iglesia en el afio MCCXXIV. un Sol y
una Luz (
2):
un Sol , que por todas partes ha–
bía de difundir sus resplandores
(3):
un Sol,
a
cuyo nacimiento se habían de retirar
y
escon–
der en sus cuebas las voráces fieras (
4);
un Sol,
de quien habia de cantar la Iglesia, que con sus
rayos babia de dísipar el nublado de los erro–
res
(5) :
un Sol en fin, que por excelencia se
habia de llamar el Sol
de
la Iglesia , el Sol de
los Doctóres, mi siempre venerado Maestro,
el Angelico Doctór
Santo Tomás de Aquino.
Ale-
( 1)
Psalm.
r?.o. v.
4.
(2)
Lux et Sol ortns est. Esther c.._
1
J.
v.
1
r.
(3)
Sol illuminans per omnia respexit. Eccles. c.
41..
v.
16.
(4)
Ortus est Sol:: : et in cubilibus suis collocabun–
tur. Psalm.
103.
v. ?.J.
(s)
Errorum pulso nubilo per novi Solis raclium.
In
Offic. prop. D. Thom.
CO!lifeS.
Minimis
a
Bened.
XIV.
an.
17SS·