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tór se descarriaron las ovejas , como tenia pro–
fetizado Zacarías ( r); con todo, aquel rebaño
Apostolico asi disperso
y
descarriado ., luego
volvió
a
juntarse
y
congregarse allá en
el
Cenaculo de Jerusalen:
y
veis aqui que con
la venida del Espiritu Santo recibieron los
Apostoles tanta gracia, tamo animo
y
valor,
que si ames amedrentados con la muerte de.
su Divino Maestro se escondian
y
huían de
los J udios , despues salieron por las Calles
y
Plazas de la Ciudad , predicando sin rebozo
la fé del Crucificado ; y obrand© al mismo
tiempo tales prodigios
y
maravillas , que has–
ta su sombra era poderosa para curar t0da
especie de enfermedad
y
dolencia (
2 ).
Descargó desde luego sobre la Iglesia la
mas recia tempestad
a
impulsos de
la
rabia
y
furor de los barbaros Emperadores, los Ne–
rones , los Dioclecianos y Maximianos. Pero
a
pesar de los Ecúleos
y
Catastas, de los pey–
nes
y
garfios , que inventó su crueldad
y
ti–
ranía , corrieron con ligereza de ciervos ,
Ó
con pasos de gigante , tropas de. Christianos
a
defenderla con la mayor constancia
y
valor:
la mas tierna edad,
y
las mas delicadas Don-
cellas,
-C~za~f3.-;.-7-.~~~~~--~~
(2)
Act. 5. v. 15.