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to·, sin embargo, en su naturaleza de ser inteligente

está la tendencia á darse cuenta de las verdades

á

que se adhiere con firmeza. Para satisfacer á esta

necesidad de nuestra inteligencia, como para impo–

n er silencio á algunos temerarios que h an osado

levantarse contra la voz unánime de las nacion es,

la filoso:fia ha formulado cierto órden y número de

pruebas de

la

existencia de Dios .

Pero el estudio del

ser infinito sería incompleto si nos limitáramos á

establecer las pruebas de su existencia, sin tratar

de las perfecciones que lo constituyen y de los atri- .

butos que se derivan de su naturaleza. En la Teo–

dicea deben, por consecuencia, haber dos partes

dístintas: la una que trate de la

existencia de Dios

y

la otra de sus

p erfecciones

ó

atribi¿t;os.

El nombre de

T eodicea

que, como hemos dícho,

se dá ordínariamente á la parte de la filoso:fia que

tiene á Dios por objeto, no significa en sí mismo,

segun su etimología mas que una parte de la

teolo–

gía natwral,

esto es, la que trata de la justicia divi–

na. La teodícea de L eibnitz no tiene efectivamente

otro objeto que todo cuanto concierne á la justicia

y

la

bondad de Dios.

PRIMERA -DIVISION DE

LA

TEODICEA.

D e la existencia d e D ios.

PRUEBA. DE LA EXISTENCIA. DE DIOS•

Las pruebas de la existencia de Dios se relacio-

nan con tres diferentes órdenes; el órden

moral,

el

f isico

y el

metafísico:

las unas son

á

posteriori,

esto

es, aquellas _en que se demuestra la existencia de