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tneras ediciones hechas después del descubrimíen·
to y durante la infancia de la Imprenta, veremos
que el tiraje de la
Biblz'a
llamada del ano
1450,
impresa por Guttemberg y Fust, ascendió, según
dicen
los bibliógrafos antiguos,
á
sólo la can·
tidad de ciento y cincuenta ejemplares. Por la
circunstancia de ser esta
Biblt'a
la primera obra
tipográfica que haya sido impresa por el inventor
de la Imprenta, algunos hombres de criterio de
esa época, comprendiendo todo el interés que
entranaba ese · libro para la posteridarl, tu vieron
el cuidadoso esmero de conservar algunos ejem–
plares de él, y de allí que al través ele cerca de
cuatro siglos y medio tengamos la fortuna de
poseer siquiera hoy día unos cinco ejempla–
res, de los cuales uno existe en la Biblioteca · Na·
cional de París, otro en la Biblioteca Mazarina de
la misma ciudad, y los otros tres entre las Biblio
tecas Públicas de Berlin,
H~over
y Leipzig-.
Ya en
1470
algunas ediciones se hacían á mayor
número de ejemplares, pues vemos que de la
Hi.rto·
ria Natural
de Plinio, impresa en Roma en ese ano
por Sweynheim
y
Pannartz, se hiw de ella
300
ejemplares, según confesión de estos mismos im·
presores, en carta dirigida al Papa Paulo III, in·
serta al principio de la referida obra; es de supo·
ner que si esos mismos impresores hacían e!'a de·
claración, fué porque en esa época se consideraba
ese tiraje como una producción de largo aliento
y como un trabajo extraordinario.
Doce anos después, en
1482,
Antonio N ebrija,
famoso gramático del siglo
xv,
en la advertencia
que puso al principio de la segunda edición de su
obra titulada
Grammatt'ci introductlones latinee ex·
plicatce,
afirma que
"hasta ahora no ha habido lt'bro
alguno que haya tmido mds estimación y expmdt"(l,
porque en e
u
año se imprimt"eron mds de mil ejemplares,
que se vendieron
á
seis de plata (sex argentis) cada uno,"
lo que.
~.quivalia
entonces
á
seis reales de la mone.