juxta grammatt'cas ltges litteratúsimus
de Bartola·
mé Mates.
Al afio siguiente de haberse introducido la Im–
prenta en Espafia,
fué
llevada
á
París por los tres
socios Ulric Ghering. Martín Krantz y Miguel
Friburger, que fueron llamados de Alemania por
el Rey Luis
XI,
que les destinó un salón de la
Sorbona para establecer allí su taller: la primera
obra que éstos imprimieron ha sido una
Biblia,
acontecimiento que alarmó tanto
á
los copistas
parisienses, que creyéndose perjudicados en su
trabajo, elevaron un memorial al Parlamento
quejándose de que el nuevo invento implicaba un
ataque directo
á
sus intereses y pidiendo la ex–
pulsión de ·Jcc; impresores; pero Luis
XI,
que ape–
sar de sus muchos def ctos polhicos era adicto al
progreso literario, hizo caso omiso de la queja de
los copistas, interviniendo
á
favor de los tipógra–
fos alemanes.
En
1471
Baltasar Azzoguidi s estableció en Bo–
lonia, y el primer libro que imprimió en esa ciu–
dad fué las
Obras
de Fub/io
o~ ·idio-Naso.
Un afio despué
Si
to Rie
inger abrió un taller
tip gráfico en Nápoles,
y
la l?rímer obra que dió
á
luz
en
esa ciudad tué la tttulada
Ltetura, in li–
bris 111
codiris
de Bartolomé de Saxo Ferrato.
André Hess fué el primero que llevó la Im–
prenta
á
Hungría, establectendo en
1473
un ta–
ller en Buda-Pcsth, capital de ese reino, · el pri–
mer libro que salió de su pr n as fué la
Cl1ront'.:a
Htl1(ffauorum,
de cuyo au or no ha llegado
el
nom–
bre á nuestrv conocimiento.
Lyon vió nacer también la Imprenta en el mis·
mo ano que Buda-P
th,
pues qui n la 1mplant6
en
esa ciudad fué Bartolomé Buver, mere der de
pano ,
el
que entusi• smado dél éxito benéfico
producido por este arte, tundóla primera impren–
ta
que hubo all\, con
el
concurso
de
Gui lermo
Le
Roy, que
se
supone
babia aprendido el
meca·