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HOMBRt
bien
ordenadoi
Testamentos.:
DISCURSO LXI.
'DE LA 'MUERTE.
'D
Ecir
á
secas, que no nos hor..
.
rorice la n1uerte, es proposi-
-cion tan justificada,
como
dificil
de
'praéticarse; pues cón10 se puede des–
,arraygar enterárÍ1ente de la natura.,.
.Ieza aquella
apetenci~
innatá.
á.'
e~
,ser,
é
igual .
~entinlieQto
de su pri–
-vaciQn
~
Pero
,al
miS1TIO
paso nos
aconseja
la
derecha razon, que bus–
quemos relnedios
~n
ella 'contra este
justificado sentitniento , para ellnu–
.cho lnas justificado fin , de la tran-
quilidad ,
y
reposo de
~spiritu
lnien:–
tras vivünos. Y porque
~l
.. horror
á
la
ll1uerte, que dexalnos referido,
p rocede esencÍa}Inente de los tres
principios.
siguien!e~
:
.el
prin~ero,
el
1110-
..