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B. PÉRBZ GAJ"nÓS
ci.a·, que no tenía
en
v~rdad
nada de fastuosa.
,María
Juana ' estaba
junto
á
]a
mesa, frente
al
cab~llero.
Sobré
la
mesa
había una luz. El
cnballe¡'ó
había
sacado una
cartera
del
bolsi·
-
110,
y '
etnpezaba- á contar
mone9'as
de
oro.
Po-
níalas
en
peq~efias pi.l~-s
delante de María
·J'uana,
cuyos
ójos
devoraban con
expresión
~
de
ansioso arrobamiento
a.quel tesoro que sur–
gía delante de ella como los inverosímiles
cau–
dales de
un cuento.
.
.
En
la
m'en_te
de
Gloria
vIbró como
un
rayo
,la
idea
engendrada por s-emejante espectáculo.
Con
hondísima
turbación
gritó, rasgufiando
la puerta
y '
dando golpes en
e118:
«No me engafié... -¡Está comprando
á
mi bi ·
joL ..
·Juana,
Juana,
abre.~