,
"
-
I
GúORlA
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pruebas á que 'me refiero.
Yb
no soy así. Creo
et.l las pruebas como en los ,castigos. Mi insen–
sato
y
desvariado ,amor es una ,de
Aqu~lIae.
He
caído, he caído' con pecado nefando,
y
he
s~ú.
tido las
~u,das
más terribles y congojosas que
puedeI) imaginarse'. ¿Qué 'debo ,hacer?
¿'En
qué
grad0 deben interesarme respectivamente mis
deheres sociales
y
mis deberes religiosos? Aqui
tiene usted la gran duda que mé ha traído
á –
la mayor desesperaciól? ..
y
á desear ardiente–
mente la muerte, la madre muerte, que todo
10
re~uelve.
-Yo no le he llamado
ti.
u~ted'-ni
usted ha
~
venido tampoco para
'éntreg~rse
á
una desee–
peración inútil. És preciso ser razonable, abor–
dar esta' cuestión terrible que se nos ofrece en
presencia de mi sobrina, inocente
y
bu.~na
Y
,hermosa; de
mi
hija, debo décir, pues "por tal
la tengo.
-Es
verdad. Yo he venido deseoso de abor-
"
,
-
dar la cuestión
y
de resolverla.
.- -¿Cómo? Después ,de lo que acabo de oir–
dijo
D.
Buenaventura con acento de indigna–
ción,-parece que,
segú~
usted, el horrendo
sa–
crificio debe hacerlo ella.
-~o,
no: comprendo que eso
no
puede
ser... Hay otro medio.
-No
alcanzo
ninguno. .
,.