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La ,caSR 'no
estab~
10
mis~9 "q~e
el
afio an–
té~ior.
El
j~r~ín halláb~se bastant~ descri~dado, creciendo
en
'él,.·o
con excesiva libertad
ó
sin ,
la
cQ:ritloé~
esclavitud del jardinero, las ' flores
de:'prima
ver~
que ornaban sus
~erdes
cuadros. " , .
Los '
~rbtistos
y
árboles de
sombr~,., los
recor–
tados selos,
la~
enredaderas de mil 'brazos, el '
césped
y
los '-tiestos vivían angustiadamente
_bajo el ímperio del olvido. En cambio, lo.s .ca–
racoles sacaban el vientre de mal afio en aque–
llos
meses,~
Y' se
extendí~n, c~al -
inmenso re-
, bailo jamás saciado, por todo lo verde, su-bien..'
do por los tallos arriba hasta
llenal~de .in~un.
das babas la más alta hoja; que tal es el oficio
de estos ministros de la envidia. Algunos te–
nían tal descaro., que se subían por las faldas
de Dotla Serafina, Y la , observaban con sus
ojuelos.
y
movían ante 'ella
SUB
expresivos
tentáculos, como. diciendo: c¿qué habrá venido
á
hacer aquí esta buena sefiora? .• ,
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