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PR6LOGO

afi.os

sesenta y sctenta, y nose puedc rcducir la pobreza en el mundo

al reducir

el

crecimicnto Je la poblacion pobre. Sin embargo, eso es

exactamentc lo que cl gobicrno de Fujimori quiso hacer inmeJiatamcnte

Jespues del Tratado de El Cairo encubriendo sus verdaderas intenciones

tras un discurso de Jerechos. La rcduccion de la pobreza era

el

proposito

central del programa, y este fue financiada por la USAID

y

UNFPA

(United Nations Population Fund).

Estas organizaciones dieron al Peru

su financiaci6n mayor cuando Fuj imnri ya habfa cometiJo graves faltas

como la dcl autogolpe (dictadura).

Tal cual enfatiza Christina Ewig en este libro, el programa de

polftica poblacional del gobiemo de Fujimori cs partc de la historia

de la politica poblacional mundial. Sus estrategias y motivacioncs no

eran extraordinarias ni unicas. Lo quc lo distingue es el momenta en el

que se implement6 y la manera politicamente habil y calculaJora con

la que movilizo

el

apoyo nacional e internacional para su aplicacion.

De manera semejante, sus intenciones no nos deben sorprender: el

menosprecio frente a los pobrcs c indfgenas del Peru no es ninguna

novedad, y el debate sobre el mcjoramicnto de la poblaci6n pcruana

tambien tiene una historia larga. Sin embargo, ningun Gobierno

peruano habia implementado un programa poblacional de tan amplio

alcance, ora porque fue vista como una estrategia imperialista (Velasco

1968,75 }, ora por la resistencia de la Iglesia (BclaunJe 196.3,68, 1980,

85yGarcia1985,90), ora por la violencia politica (Belaunde 1980,85,

Garcia 1985,90). Fujimori eludio estas oposiciones con un populismo

feminista atractivo, y junto a un equipo de cxpertos disefi.6 un programa

de poblaci6n con el objetivo de «reducir la pobreza».

Si bien no hay dudas sobre las motivaciones dcl Gobierno

ni sobre la imposicion de cuotas y la prcsion a los medicos en los

centros de salud provinciales, tambien hay que reconocer el rol del

personal de salud. Como resalta Gonzalo Gianella en este libro, los

medicos no fueron forzados ffsicamente para mutilar a las mujeres y

hombres servidos en sus postas. Queda claro que el desprecio hacia

la gente rural, y sobre todo contra las mujeres indfgcnas, ayud6

bastante y sirvi6 de justificaci6n para la complicidad del personal

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