el verdadero conductor de la Biblioteca durante sesenta años fue Carlos A
Romero, quien desde el cargo de Conservador Prllnero y luego Sub-Director
desarrolló rma minuciosa labor desde 1968 hasta el incendio.
La descripción que hace Basadre del funcionamiento de la antigua Biblioteca
Nacional es sumamente interesante porque permite conocer la concepción y el
modelo organizativo que prevalecía: <<No había catálogos. El lector llenaba de
memoria rma de las papeletas puestas en la mesa del vigilante y la llevaba a la
ancha reja colocada al centro en el lado derecho.»
(E
asadre 1967: 4).
Lo que quiere decir, es que se trataba de rm servicio para iniciados y eruditos,
pues el lector tenía que conocer los datos de los autores y títulos que necesitaba.
De otro lado, la inexistencia de rma herramienta básica de identificación y
ubicación de los libros, como es el catálogo, demandaba rm tipo de personal
de servicio con habilidades especiales;más arm, silos libros estaban ordenados
por tamaños y fechas de ingreso en todas las secciones. Dice Basadre: «Conocer
su ubicación era privilegio reservado a la experiencia y al interés de empleados
antiguos.» (Basadre 1967: 6).
Por ello, para laborar en la Biblioteca Nacional eran convocados jóvenes
estudiosos, que amaban la lectura y tenían planes intelectuales. La institución
alentaba su vocación reservándoles espacios para la lectura personal. Basadre
corrobora esta orientación al describir su desempeño como «Conservador»,
cargo al que ascendiera en 1926:
Me dediqué, pues, entonces, como casi todos los empleados que no estaban
al servicio del público lector, a leer libremente durante las horas de oficina.
Así se enriqueció mi cultura en el campo de la literatura, la historia, la
política el derecho
y
la economía principalmente. Pero siempre, después de
muchas incursiones en la bibliografia moderna, volvía a manejar folletos,
libros, periódicos
y
manuscritos sobre la historia nacional, consciente a
medias de que tenía a mi disposición un filón único. Muchas veces acudí
para esto a la biblioteca en días de fiesta
y
en sábados días en que las oficinas
no funcionaban. En realidad
fui,
durante varios años, sin compromisos expreso,
algo así como un becario del Estado peruano para realizar investigaciones
con el título de empleado público. (Basadre 1967: 4).
Entre 1923 y 1925 lo encontrmnos colaborando, con Pedro Zulen, su
entrañable amigo, en la Biblioteca de la Universidad Nacional Mayor de San
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