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El bibliófilo español José Lázaro en su obra titulada

Los

incunables bonaerenses

se apoyaba en la «significación

etimológica» de la palabra ‘incunable’ que designaba como

tal a «todo impreso nacido en la cuna de la imprenta», para

comprender bajo esta acepción «a los impresos nacidos en

Buenos Aires entre el año 1780, en que el Virey (

sic

) Vértiz

estableció la primera prensa, y 1800, en que termina el siglo».

Domingo Buonocore objeta a Lázaro, precisando que la voz

‘incunable’ «debe aplicarse con sentido restrictivo para

referirse únicamente a las ediciones hechas en el siglo de la

invención de la imprenta» (Buonocore 1976: 256), y sugiere

el uso de las voces ‘primitivo’ o ‘paleotipo’ para referirse a los

primeros impresos argentinos.

Manuel José Forero fue el autor de un breve catálogo de

referencias de primeros impresos colombianos del siglo XVIII

hasta los primeros años del siglo XIX, bajo el título de

Incunables bogotanos

.

Por los casos mencionados líneas arriba, podemos

comprobar que la tendencia a aplicar por extensión el término

‘incunable’ a los primeros impresos producidos en países no

europeos está ampliamente difundida, aun cuando subsistan

opiniones divergentes al respecto.

Incunables peruanos

Con la frase «incunabulos (

sic

) peruanos» el estadista e

investigador argentino Juan María Gutiérrez se refirió al grupo

de los primeros impresos peruanos en un escrito de 1865 a

propósito de sus hallazgos sobre los orígenes de la imprenta en

América. (Gutiérrez 1865: p. 322). Aunque actualmente la palabra