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15·

p1eta ,

eurncion~

por eLotro.

no

son

incompa_tihles·

cnn

.una

salud regular, aun .hasta la

edad

mas av,aozad¡;i;.

Se

pudie.

ra decir del

hígmlo ·

Jo, q

ue

CorvÍ!!¡art dijo1<lel coruzon,

,<1ue

no .·

hay

cn8i

honihr'.e..

q.ue

no

lleve

al

septtlcr,0., alguno.<le.

i:;;us

vicios .ó

aJteraciones·o~·gánicas.

La idea

d(1

una

~alud

pcr·

fecta . y de un estádo·: orgúnic.o complt;:toy

.lihredetodaal–

teracion

en

toda Ja

máquina humana,

es

uná

de las utopías

que . hacen mas estragos ..en ..las soe

iedades modernas.

Es

preciso

transar

con los mas ·deAos males,

y

gua "darse

muy

bien de

atacarlos .. -

t.odos de;ftertte.

El mal es

uno

de los

ingredientes esenciales

del

bien,

y

c~si

inseparable.

En,

una infinidad de casos

es

imposible

ganar

de una parte sin

perder

de la otra,

y

la

prudencia

obliga

á sufrir

álg<>

para.

no

esponerse

á

males

graves

y

sin

remedio.

¡Cuantos

hombres

no han perecido; en

cuya loza hubiera

sido

á

pro..

pósito escribir-

Estaba bien;

Por esttir.mejor,

l~stoy

aquí

(t)!

Algunos, engañados

por

una

falsa

;malogia,

han su–

puesto

en el clima

de

los

principales

parajes de Ja Amé–

rica de) sud una

causa

poderosa

jenerativa

de

las

mismas

enfermedades del hígado

que

se han

observado

en

Ja

costa.

oriental del Indostan.

Este error, nos

atrevemos

á

decirlo,

es tan grosero

y

mazorral

que

nos admiramos en ver que

bombrns en

<¡uienes

se debe suponer alguna instruccion

y

{*)

/lizo

mucho ruido

en Santiago, en

1835,

la

muerte

del clérigo Torres, que

vfoia

ce.rea de la

11'/oneda.

Era un lwm.·

bre de

sp,~·enta

años. Habia sido hemorroidario desde la edad

de cuarenta,

y

sufría una

y

oira

vez desarreglo en la dijestion,

q1-te

aaha atacar

y

venar cvn medios

lt.ígiénicos

y

Pl

uso de al–

gun laxante. Bn el último de estos ataques le asistiamos noso.

tros, siguiendo aquel mismo plan paliativo que: salia restituirle

toda

la salud de que le era permitido gozar;

C'u:C, r1do

las monjt1s

Claras, de

que

él era

d

capellan, le mandaron

m

médico,

s·e

!tizo una

junta,

en

la

que

.estefacultatiuo, que por

otra

parte

era un

hombre

liáMl

y

de talento, sostuvo la necesidad de atacar

en su

m·isma

raiz el mal que se conocia

estar

en el liigado, con

todos

los

medios

que el arte aconseja,

y

particulormenf.e

con el

calomelano.

tie adoptó este

método,

el enfermo se sujetó á la

curacion,

y

á

los quince

dias

ya

las monjas

no

tenian capellan..