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ohjelos que no es
la
oporltH~idad
de
<maliwr;
estamos
prontos a desvanecerlas con docmnentos .que rc:wrvnmos
en
nuestro
poder
¡rnN1 este
y
para otros cnsos. Ntu;stt·o si–
lencio a
los
Maques
e
insultos
por la 1n·onsa, lrn shfoipor
respeto al público, a
nosotros mismos,
a
nues11•0 propio
decoro,
y
finalnamte
por
no
concurrir
a
aumentar
en el
esterior el descrédito que pesa sohrc
aql1ella
a cansa de In
inmoderacion
y
desenfreno de que lanlo se le ha acusado.
Mas ¡,quién creyera, Sr.
Nlinist.ro,que hasla dfoho si-–
lencio
haya sido un
crímcn
en
nosotros,
solo porque no
era
una confosion de los muchos de
c¡ue
nos
acusaban,
o no era un lenguaje de aprohacion ele
susinsultos
y
cahnn–
nias: o erct quizá
un
desconocimict1lo
de esa
sobetana
au–
toridad que se han atribuido
algunos
csc1·Horcs
por
I<•
prensa
periódica~!
¡Cuan
cierto
es, <1uc el
abuso
de
lns
mejores
instituciones
es
mas
funesto
que
la falta de
ellas
o
el
uso
de las
p99rcs
!
Pero hasta ;
concluiré
esta
larga cs–
posicion
reasmniendola.
De las
hCchos
referidos rcsult.a:
1.
0
Que
desde la fundaciou de la Hepública sus
mas
distinguidos ciucla<lanos, todas las
administrnciones,
que
lian
rejido
sus
destinos
<lesde
el afio
~30
<(y
la
maJor parte
de
los
congresos
nacionales
que la
han
representado; todos
han opinado
y
sancionado
el
monopolio de
Quinas,
por
<¡uc el artículo sobre que dchia cslahlcccrsc, era de pro–
piedad del
estado ,
de
puro
consumo
cstran,)ero ;
y
por
que solo el 1nonopolio podia
valorizarlo.
en
fav0r.
de la na–
cion, del
erario
y
de los
mismos
especuladores en el cos–
to
y
venta
inlet·ior
de las quinas.
2.'
1
Que en virtud de
YiH"Ías
leyes prcxistentcs,
y
do