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SERMONES
De aquí es que estas cosas se cono–
cen de alguna manera;
y
para co–
nocerse mas,
y
mas se pide con ra–
zon conocimiento de ellas. Así para
que sepamos amar
á
Dios, es nece–
sario conocer
á
Dios ;
y
para que el
hombre sepa amar al próximo
como
á sí mismo, primero debe amando
á.
Dios amarse
á
sí mismo ; lo qual
cómo podrá hacerlo
si
no conoce
á
Dios , si no se conoce á sí
mismo~
Pues razon hay para decir
á
Dios:
MORADOR
sor
TO EN
LA
TIERRA, lvrO ME OCULTEIS
VUESTROS M.L1NDAMIEN–
TOS;
porque estos mandamientos
justamente se les · ocultan á aquellos
que no son extraños de la tierra,
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