II
necesitaban
~
que era
lo
único que les faltaba ;
y
que
sin embargo nunca pudo poner en execucion. Pero_
la Academia que tanto se interesa ·en la instruccion
nacional , no ha omitido diligencia ninguna · despues
del fallecimiento del citado Bails , para que el pú–
blico
e_mpieze
á
disfrutar unos 1ibros que tantos años
ha
d€sea.
Acaso se echará de ménos en ellos un prólogo,
que como en los otrós manifestase las obras que han
servido. para su compósicion ,
y
el mérito de sus
Au–
tores ; pero esto solo Bails que sabia los auxHios con
que babia texido la suya ,
y
que hablaba de los tra.
bajos agenos con la misma imparcialidad que de los
propios , podía des_empeñarlo con acierto. Qualquier
otro , sobre exponerse
á
no atinar con los motivos
que tuvo para seguir en estos tomos el rumbo que -
·en ellos se nota , podía deslucir fácilmente
á
algunos
Escritores beneméritos , por no acertar
á
señalar con
la
modestia que corresponde,
y
con la franqueza que
él
lo
hacia los defectos de sus obras.
No obstante , el prólogo que sigue es el mismo
que puso Bails al tercer tomo de sus principios de
Matemáticas en la última edicion que de él hizo, pues
ha parecido 1nas propio de esta obra que de aquella,
atendiendo
á
la extension con que aqµí trata la ma–
teria,
y
á
los puntos que en dicho prólogo se propo..
A
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