Discurso I.
rios , Io que haremqs_quando se trate en par–
ticular de la mitologia de ,cada Pueblo, no de–
xaremos de notar generalmente las fuentes de
donde haya nacido esta confusion.
'.
3
1
Nos engafiam<Ds nmcho si Iuego que
oimos algum nombre de Deidad ,
a
quien las
gentes .-Oieron,
6
dan
actualment~
culto, cree–
_mos que ·es algun
Dios
distinto de aquel
Su–
premo Ser_que
a
todo
presid~
, y que noso–
.tros adoramos. Qualquier aiparato de voces de
que usasen las Naciones en explicacion de la Di–
.vinidad, todas indicaban aquella causa que e.s
de si misma sin dependencia de otras. Qual–
quier diferencia que hubiese en las voces, los
pensamiefi.tOs se unian en su significado. Los
errores que hubo en esto, no fueron de los
mas
antiguos hombres' sino de los posteriores'
a
quienes
la
variedad de voces, induxo en va-
. riedad de significados. Como regularmente
ca,.
da Nacion tiene un particular idioma, preci..
so es tenga una singular voz, con que expli–
car la
Di
vinidad ; mas explicando comunmen–
te todas con estas voces una misma cosa , se
.infier.e
rnuy
mal que cada Nacion tenga su
Dios porque tenga voz distinta para expresar–
le. Sabemos que los Judios dan
.a
Dios
el
nom-
bre