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Discurso Ill.
tipatfa hiciese efecto
en
los hombres, veneran–
do unos los que . otros no solo despreciaban,
sino que tambien perseguian ,
y
maltrataban.
Este era no poco motivo de desazones,
y
qui..
meras entre las Provincias , que tal vez pasa–
ban
a
guerras crueles. Porque no siendo da–
ble , segun
Ia
experiencia de todos los siglos,
motivo para exercer los hombres su furor be–
lico, que el de la religion, en que cada parti-–
·do cree interesarse por el honor del Altlsimo,
con firme esperanza de remuneracion de aquel
de quien proviene todo bien; por mas que
a
lo
ultimo el motivo que
a
ambos partidos' ani–
ma , nada -mas sea 1ql!Je una supersticion grose·
ra, con todo, el fuego de la guerra causa sus
crueles destrozos. De una guerra de esta clase
entre los
Cynopolita~,
y O.xirinchitas, tomien...
do estos ultimos los perros que los primeros .ye.
neraban ,
y
los Cynopolitas sirviendose en slils
mesas del pez Oxlrincho , que los ofros tenian
en veneradon , haciendose unos
a
otros crue·
les dafios ' vino
a
.suceder ' que debilitados
ambos partidos, fueron hechos presa ,
y
suje·
tados
a
los
Roman.as'segun cree Plutarco
(I).
1
De·
(1)
Et nostra adeo tempestate
cum
Cynopolitre
piscem
oxy–
ryn-