Discurso II.
otro insensible cuerpff se mueva ,
y
transfie-
ra?
¿
Qué importa aquí el poder del agente,
si carece de medio ·para hacerse obedecer?
La
piedra , -como insensible , carece de obedierrr
cia ,
y
por coqsiguiente de todo- medio en·, sí
misma para executar lo que se le manda.
Por
mas excelente que sea el operante ,
y
por gran--
. de que sea su potestad , si en
1a·
materia , ca~
m.o insensible , no :
hay
capacidad de obedien–
cia, en vano se le rnanda cosa alguna que ha–
y
a de executar. Vemos
!10·
obstante los cuer–
pos insensibles dispuestos en
la
pasmosa orga–
nízacion, que compone ·ef
Universo ,
la que
no puede menos de provenir de un poderoso
¡\rtífice : luego este artificio no s.e obró ,
ni
contintía obrando al desnúdo 'imperio de .su
voluntad , s·í bien por mediá de un mecanis:..
mo , en que el agente obra íntimamente uni–
do con la misma materia. Será , pues , el Uní-
- verso como un animal , en qué la materia ·es
~l cuerpo ,
y
lo que llamamos agente ,
ú
ope..
rante es su ánima.
1
3 - lmaginar~n,
pues ,
una inmensidad de
materia en movimiento , extendida por todos
los espacios del Uni verso , obrando este movi-
, miento en
cada parte grande ,
pequeña .,
ó
mí- _
ni-