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havia señalado : debían lucir, como
grandes lumbreras en el mundo.
Jesu-Christo, que hablando de sí,
havia dicho :
ro
soy la luz del mun–
do,
se dignó decir otro tanto
á
sus
J
Apostoles:
/7osotros sois la luz del
oann.
Vtll
e
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1
h
mundo:y 1as canue1as que no se
an
~;tth.v.
14
,
de meter bajo del celemín, sino que
1
s,
16.
se han de colocar sobre el candelero
par-a iluminar toda la casa.
Y por
eso dijo á
su
Padre:
ro
no os
pido
que los
saqueis del mundo., sino que
lo
ibreis
i ~
l
1
g!~
de que el mundo
alfan-da :
as· dejandolos en el
h
m ,
do
o
píd
que
los guardeis
1.jo.V.t.9•,.1¡
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-
ue ma
~
que no os engane .,
y
ga..
· ne el mundo con sus atraél:ivos;
y
que
tampoco
los
espante,.
y
atemo–
rice con sus amenazas·.
¡
Padre mio!
guardadlos de el mal ,
y
haced
que estén en el mundo como si
no–
estuvieran.
Esta
es
la
grande maravilla
de
la gracia de Dios ,
y
esta es
la
gra–
cia que
J
esu-Christo pide para ellos.
Tambien nos enseña
á
pedirla,
quan-