~.os'
titud ,
peró
!
quien
Dios conoce ,
y
distingue ;
y
la dejará davada una
flecha en el corazon.
La
pobre
al–
ma no sabe de donde le vienen
aquellos nuevos deseos; que
la
ván
desprendiendo del mundo ; de suer..
te , que
yá
no
es del niundo ,
por–
que es de Dios, para que se cum–
plan estas palabras del Salvador:
Ibid.14. 15.
ro
les he dado vuestra palabra
'y
e,llos no son del mundo
, "
como
ro
no
sqy
del mundo:
y
el mundo los abor–
rece,por ue no¿ on de los suyo's:
pe–
ro ellos
menos-f>r~tian
su foutil,
é
injusto odio ; in tU ., porque no ha
poditjo impedir su gloria, ni el cum–
plimiento de la voluntad de Dios.
Y
así
lo's
hijos de Dios, á quie–
nes el mundo aborrece , :á causa de
que el espíritu de sencilléz, de ·rec–
titud ,
y
de justicia , está en ellos,
menosprecian el odio del mundo:
y
tienen
á
mucho honor el gustar
de esta parte de los oprobios de su
amantissimo Salvador.
Esto supuesto ;
i
qué esperamos
del