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to ,
que
esa sangré
justa,
en la
qual
no
halló
nunca entrada el pecado,
era capáz de borrar,
y
lavar todas
fas culpas. Sí, havia en la santidad
de dkha sangre
q:m
qué expiár el
pecado del que lo havia vendido.
Este µ1Íserable no ló comprehéndró
asi ;
y
su penitencia desespérada;
ton.
su
creencia infruél:uosa, 'sirvie–
ron para su eterna condenacion.
·
;
Sease lo que fuere ; lo que se–
guramente se debe afirmar es, que
po era ·uno de af!uellos de quie–
nes Jesu-Christo dijo :
Ellos
eran
~uestros
.,,
y
Vos m? lqs haveis
da–
do
;
porque esos
eran
los
qu~
·se·
hallaban · presentes qtlando hacia
esta oracion ; los qqe havian guar·
daqo su palabra ·; los que creían ,
y
en cuya
fé
era,,
y
debia ser glori- ·
pcado. Eran los que el Padre le ha:..
via dado al Hijo , 'quando se los dió
por Apostoles ,
y
los
que el Hijo
Joan.
y~
._7
~~recibió,
qqando
dijo~
ro
os he
esca~
"' -
gido en ·numero de doce,
y
uno de ·
1)osotr<u
?S
4.iablo.
Y
asi , la verdad ·
_,
de