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fomentar dicho deseo ,
á
lo menos
en nuestro corazon ; pues verda–
deramente, y para con Dios , se de–
be pos~er la hacienda como si no
se poseyese; ser casado, como si i;io
se
fuera; usár de este mundo , como
si no se usara. Ve aquí el verdadero
bien
á
que debemos aspirar ; y no
seremos Christianos , si no decimos
sinceramente con San Felipe:
1Vlo.r–
tradnos al Padre
,
y
nos basta.
Las referidas palabras de San
Felipe , son diél:adas por la
fé,
y
en
algun modo por la naturaleza;
puesto taso que ella misma nos
diéta , que necesitamos poseer
á
Dios ; y que siendo él solo capáz
de hartarla, no puede dejar de ator–
mentarse ,
é
inquietarse e\la misma
en su ausencia: pues quando en me–
dio de los otros bienes conocemos.,
y
experimentamos este vacío ine–
vitable, y que hay alguna cosa,
que nos dice que somos desgracia–
dos , es la naturaleza quien clama
~iciendo·:
Mostradnos (l,l
Padre. ,
y
¿{
l
nos