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ponga delante alguna cosa
alha-
,..
,_
guena ,
y
enganosa , pensemos
en
estas palabras :
Quien ama
d
su alma
la pierde.
Quando se nos
ofrezca
hacer
alguna
cosa ·aspera , traba–
.osa ,
y
dura , acordemosnos,
que
el
aborrecerá
su alma
es salvarla.
Pe–
rezca,
pues ,
todo lo que nos
adu-la,
y
complace.
Pero
advirtamns,
que
podemos
aborrecer a nuestra alma, sin abor–
recer
todas sus
conveniencias,
ven•
tajas ,
y
naturales
talentos.
El
que
se
envanece ,
y
lisonjea de
poseer- -
los ,
no los
aborrece.
¿Pero
quien
dexara
de aborrecerlos
si
conside–
ra, que por lo comun nos pierden
en
el es'tado de ceguedad ,
y
de fla–
queza, en que nos vemos
~
Gloria,
fortuna , reputacion , salud ,
her..
mosura, espiritu , sabiduria ,
astu–
cia, habilidad,
todo nos
pierde.
El
ismo gusto de nuestra virtud nos
ierde mas que todo.
Ningun
pre–
cepto ha
repetido ,
e
inculcado
a o Jes
como
este :
Quien ball'1
V2
J