go)
mismo que
:i
Jesus. Somos el
gra~
no de trigo ,
y
tenemos
dentr-0
de
nosotros
encerrado
un
principio
vital. Por
esta
ra.zo.n
debemos
pro""
ducir n1ucho
fruto ,
pero
ha
de
ser
fruto para
la
vida e-terna.
E·s
uecesario ,
que
este
principio
vital
se
desembarace
de
los
ea~bolto
tios , que
lo
oc
ultan :porque
de
otra
suerte no
pod.rafruétifi~
\
ar.
..
~
Caygamos;
ocultemosnos
ea
Ja tierra ; humillemosnos; padez
camas;
dexemos perecer
al
hom..,
bre
exterior ;
des-~ruyase
en
noso·
tros la vida
de los sentidos,
Ja
vida
del
placer, la vida del
honor,
la
vida del cuerpo , la curiosidad ,
la
oncupiscencia
~y
todo
lo
sensible.
Entonces esta
fecundidad interior
manifestara su virtud ,
y
fruétifica~
remos
abúndantemente~
DIA