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2
Peró quién
de nosotros
desea
l Rey
no de
Dios~
¿
Qnien
de
rio~ ,
sotros dié.e ·
COJJ
alegria :
Venga
J
nos el
tu
Reyno
~
Pues
la
prepara–
cion de este deseo s0n
las
pala–
bras
antecedentes :
Padre ··
nuestro,
que estas
en
los C·ielos.
El
Cielo
es
nuestra·
habitacion,
·nuestra
casa,
nuestra
residencia:
porque en
el .
h abita , mora ,
y
reside
nuestro
Padre. Lo que en nosotros ahoga
este deseo, que
tan natural debe
ser
a
todos los Christianos , es que
an1amos al mundo,
y
sus placeres:
es que apetecemos esta vida·
llena
de males,
y
miserias; -· he dicho
poco : llena de pecado ;
que
es
el
mayor
de todos
los
males.
,
Quebremos- estas ligaduras ,
y.
digamos :
Bagase tu voluntad• .
El
v~rdadero
, .
y
perfetto exercicio·
del arnor es
conformar
nuestra
vo..
luntad
a
ia de Dios: ¡Padre nues·
tro, que
estas
en los Cielos
!
Allí
os aman los Biena·ventnrados ,.
por...
~
que hacen su bienaventuranza .
de
K
vues-