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• Y
a quién grita
el infantito en·
nces sino a su
padre'
a
su madre,
a
su nodriza ' a todos aquellos
en
quienes la
naturaleza
le
hace aper–
ibir alguna
~osa paternal~
Gri..
ternos ,
pues , nosotfos, porque
nnestras
necesidades son extremas•
. No
des.mayemos:
el pecado nos se•
duce : el placer de los
sentidos
nos
encadena :
gritemos , no podemos
hacer otra cosa '
pero gritemos
a
nuestro Padre :
i
Quien
nos inclina
á
que
gritemos
~
El
Espiritu
Santo,
e l
D ios de
amor:
el
amor
del Pa–
dre,
y
de l
Hijo:
el que difunde el
amo· en nuestros corazones.
Gri–
temos , gritemos con ardor ,
y
que
griten nuestras proprias
coyuntu–
ras ,
y
huesos
¡
O Dios
!
tu
eres Pa'–
dre nuestro!
Abrah2n,
y
los otros Padres,
e quienes dese ndemos segun la
.arne, no nos han conocido , no
han tenido presente la menor idéa
de nosotros :
pero Vos ,
o
Dios
!
ó
verdadero Padre nuestro
!
Vos
no
co-