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ción tan bizarra
~la
región del cielo que corresponde al Orión y ante todo
al cinto
y sus alrededores"', y que le arrancaron esta frase : "se ve cuan dificil es inter
-
pretar
und
designo.ción que brotaba de
una
menta.lid ad distinta a la nuestra" (el subra-
ya do es mio).
Que extraño pues que con esta clase de datos salidos del Perú, no s e
empeñe el Dr. Lehmann Nitsche, o cualq u1er otro sabio, en hablar de la necesidad de
tenerse presente principios de psicología primitiva, con mas franqueza, psicología
1n -
ferior de
pueb~os b~rbaros
1
p ~ra
la explicación de los he chos en lo tocante a la rel i -
gión y ritos de la primitiva civil 1 zación peruana, con el fin de de primir lo grandio s o
d e dicha civi lización d e los incas bajo su aspecto religioso. (Tl!.RMI NA AO. UI LETRA SMALL
PICA)
(OT RA VEZ LETRA PICA) Mas su terror es incontenible y
1
a medida que
se prolonga su fati gante/espera y bebe más alcohol y masca mas coca, su espíritu se
perturba
y
sobreco j'e , cada vez mas, de modo otroz.
El
pa voroso
aullido de los perros comienza otra vez
y
principia a
oirse la música lejana de los ayarachis (comparsa de bailarines de vestimenta especl& 1
y
música muy
tris~e
de enormes zampoñas. Etimologicanznte ayarachi, buscado por mi por
larg o tiempo
1
significa- según
Be~:tonio-
zampoña).
Un calofrío
infe rnal,
como eléctrico baño-, le invade. Masca mas
coca
y
bebe mas alcohol; pero su espanto crece progresivamente,& grado
y
medida de la mús i c a
que se acerca.
La
lar~a
comparse está ya muy próxima. Su música lúgubre llena el
espacio. Por fin, en violenta irrupción, entran al patio (cancha) y en raudos giros
de apiñamiento arremolinado de diabólicos fantasmas, los labi os batientes s obre los
tubos de las antaras (zampoñas)
1
soplacl·as a impulso de rotundos carrillos, las ma-
nos ágiles
golpe~ndo
febriles los grandes bombos (curaj wankar) y como arrastrados por
fuerza violenta de viento furioso
1
se dan a un baile impetuosamente desenfrenado.
Pero el jefe dejla comitiva musical, se pone de pié delante de la
puerta de la c hujlla (cabaña) y con voz solemne y s e$ra se dirije al muert o y le dice Y
-Difunto ayarachi
1
va mos. C!ñete el bombo
y
coge tu
ant~ra.
El cad aver del ayarachi, como movido por un resorte,se incorpora t ór-
p i damente ante la inti maéión
d e su jefe. Estan sus ojos espanto s amente fi j os, la
nariz afilada y el rostro horriblemente c!l:rdeno y mac ile.nto.
Súbitamente, como un rayo, el gato del muerto que -desapercibido• e s -
tuvo oculto junto al fogó ,
1
al
interior~e
la choza, saltó a la puerta con t r emendos bu -
filos
y,
con mueca de angustia y de rabia, abriendo
desmesuradame~te
el expléndido cri• tol