El zorro. repetimos. es el persona je order.ador de estos apólogos. Y lo es. ¡Jorque como nos
Jo recuerda Hildebrando Castro Poz() en su hermosa obra " Nuestra Comunidad Indígena ", "es uno de
los a nimales que a ntaño compartió el honor de que se le divinizara".
Si bien es astuto, ma licioso
y
perverso posee para nuestros indígenas de la antigüedad otra icliosincracia a l considerarlo "como el
a llco o perro de los gentiles, que vive retirado
y
cu ida con fid elidad las ruinas d e sus templos. pala–
cios
y
casas,
y
no permite que se las visite por las noches
y
en donde aú lla a Mama-Quilla el dolor
y
la tristeza que siente por sus a ntiguos amos" .
Este libro ha de tener. seguramente. a mplia difusión nacional,
y
es de desear que la tenga ame–
ricana. Lo hace prever su importancia temática
y
el haber sido traba jado por un espíritu de tan no–
ble ejecutoria artística como el de Arturo Jiménez Borja, a l ma rgen de sus severos estudios de medi–
cina. como trabajó hace pocos años en el folklore plástico entregando a la pubiicidad sus cuadernos
d e arte indígena peruano, preciosos documentos de pintura cerámica.
ENRIQUE PEÑA.