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Buenos Aires, 11 de Abril de 1934. .

Excmo. Señor Ministro de Justicia e

l.

Pública,

Excmo. Señor Ministro de la Suprema Corte,

Señora Vice-Directora,

Profesoras,

Alumnas,

Si adoptando una costumbre escita echáramos en una urna, una pie–

drecita blanca o negra, según que el día hubier.e sido próspero o desgra–

ciado, no vacilaríamos hoy en elegir la primera, porque la circunstancia

que nos reúne en este acto íntimo es de trascendental importancia para la

vida de este Instituto.

Cuando hace unos meses, el Dr. Sagarna, con esa sencillez que le es

característica y al mismo tiempo, con una bondad que sólo es propio de

las grandes almas, me dijo: "El añn que vi.ene le voy a dictar un curso

sobre "civilización incaica", acogí la, idea con emoción y entusiasmo, por-.

4ue este gesto que ennoblece al que tal ofr.ecimiento hiciera, significa un

triunfo para la Escuela y muchas huras de felicidad espiritual para vos–

otras, estimadas alumnas, como para cuantas podamos escuchar sus clases.

El asunto de su primera lección que puede sintetizarse en estos con–

ceptos: "Evocaciones tetracentenarias: a) Caída del Tahuantinsuyu en Ca–

jamarca; b) fundación española del Cuzco; e) fundación de Lima.

Ras1ros y signos de la Cultura Incaica en la Argentina: a) en la Len–

gua; b) en la raza; e) .en las .designaciones geográficas; d) en el arte;

e) en algunos problemas jurídicos, económicos y sociales; -

es el pre–

anuncio del interesante panorama que, el Dr. Sagarna desarrollará en

el transcurso de estas lecciones que responden a una iniciativa de cola–

boración y al propósito de intensificar el estudio de la Historia Nacional

vinculada a la del gran Tahuantinsuyu.

En estas, mis breves palabras de apertura, no es mi intento hablaros

sobre la personalidad de quien ha de ser vuestro Maestro; su actuación

es bien notoria y lo sabéis un consecuente amigo para la Institución; pe–

ro, sí, quiero llamaros la atención sobr.e una circunstancia especialísima.

Creo que es la primera vez que un Ex-Ministro de Justicia e

l.

Pública

y

actualmente Ministro del más alto tribunal de Justicia de la N·ación,

como es la Corte Suprema, baja al llano modestamente, para realizar una

verdadera obra patriótica, cual es la de contribuir a la cultura de un

grupo de educandas honrando así este Instituto

y

al

Mag~sterio

argen–

tíno. Quien esta obra concibe y cumple, deb.e tener verdadera alma de

Maestro.

Recoged, niñas, esta hermosa e inapreciable' -lección; que .ella os sirva

para sentiros orgullosas de la carrera que habéis elegido y para no temer

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jamás declarar ante extraños que sois maestras. Me diréis y con razón,

que hay. quien teme confesarlo en voz alta, no importa, también hubo un

Judas ehtre los discípulos de Jesús, pero bastó un San Pedro, para que

Ja doctrina del Maestro triunfara. Este gesto del Dr. Sagarna. .es más que

suficiente para dignificar

y

haceros comprender cuanto vale un Maestro.