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Tan pr·ecioso órgano bucal, era justo que

estuviera consagrado a tareas de provecho,

ya que no de honra. Y lo estaba, efectiva·

mente. "Pinto Limachi?' era, en La Paz, el

cobrador en última instancia. Lo que ya es

bastante decir. Todo caso "clavado" en

materia de deudas, necesariamente tenía

que ir a parar en sus manos. Esto es, a

cargo de la infalible intervención de su ins·

trumento viperino.

La táctica de este modelo de cobradores

era certera. Nada de buscar al deudor en

su casa, pues no tendría gracia que éste

recibiera el asalto a solas, en privado. Ha·

bía de ser frente al ntás nutrido posible de

los auditorios. En la calle. O en la plaza,

a la hora de la retreta, por ejemplo. Y

allá le caía el chaparrón de imprecaciones

y apremios, para gloria

y

regodeo de los

curiosos. Si el moroso quería salir de aquel

vapuleo, no tenía sino que solventar a

l~s

volandas, y aquí habría paz. De no ser así...

Y de esta suerte, sobre haber echado ma·

no al bolsillo, el pobre deudor se retiraba

de la desigual contienda con un buen par·

che de cantáridas. Y "Pinto Limachi", muy

sí señor, largábase a

la

primera bodega de

las vecindades a refrescar su secante gar·

guero.

"VENTURA"

Suplementero viejo, cojo y ríspido. Des–

de que lo cristianaran, llamábanle Ventu–

ra. En cuanto a su apellido, ni él mismo

sabía en qué punto de su largo camino se

le perdió.

Pero, cosa curiosa, gritarle por su nom–

bre fué convirtiéndose, con el tiempo, en

una ofensa. Y por su apodo, ni para qué

decir. Decíanle

-el

"Quesqueso". ¡Y vaya

usted a buscar quién traduzca el mote!

Ahora si, de verdad, se quería verle fue–

ra de sus casillas, no había más que hablar

mal de su partido político en presencia su–

ya. Entonces, el "Quesqueso" agarraba no

sólo las estrellas, sino todo el sistema. pla–

netario. Liberal, limpio e insobornable. Fué

ésta la única pasión que llenó su alma. Una

prueba de

~llo

es que no vendía sino los ·

periódicos del partido. ne los otros, que

no se atrevieran a mencionarlos.

¡Ventura!, por acá, "Quesqueso", por

allá, los gritos y las burlas iban escoltán–

dole por las calles, como una prueba de su

infinito renombre. -

Cuando algún chusco, sabiéndole con más

éo_pas de Ja cuenta, le aguijaba con un

"¡Viva el Partido Liberal!". . .

j

Oh! Sus

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