yo no salgo de mi casa en las noches". A
la pregunta de las veces que ha estado pre–
so, responde: "Dos veces: la primera acu–
sado de adulterio, por queja de un hombre
casado, y ésta es la segunda". El asesor
Monje y Ortega no encuentra motivos sufi–
cientes para acusar a Don Pedro Domingo
Murillo, que se ha salvado merced a su
•
habilidad y a la intercesión de sus amigos,
pero no por hacer delaciones indignas. Se
salvó para volver a la faena, tres años des–
pués, con mayor entusiasmo y decisión.
A los crímenes ocultos y
ejecucion~s
mis–
t-eriosas realizadas por los conjurados, las
autoridades respondieron con medios radi–
cales de exterminio. El médico Granados
fué sindicado por el pueblo como autor del
envenenamiento de muchos patriotas, tales
como el doctor José Herrera, don Rafa·el
García, el doctor Faustino Cabezas, el doc–
tor Avellaneda, el capitán Picón y otros,
que cayeron en manos de Granados, el doc–
tor Petiot de aquellos tiempos.
En tales circunstancias falleció el gober–
nador Burgunyó y Juan, sucediéndole don
Tadeo Dávila.
En la primavera de 1808, llegó la noti–
cia de la prisión de Fernando VII en Ba–
yona, la que fué recibida como feliz augurio
de éxito para quienes proyectaban la revo–
lución. Con obieto de disipar. en cierta for–
ma los efectos de tal noticia, las autoridades
recurrieron a la ceremonia de la jura de
fidelidad a dicho monarca, que se la hizo
con cierta pompa desprovista de entusiasmo.
. Por fin, los patriotas determinaron dar
el golpe resuelto ·y definitivo al yugo espa–
ñol, señalando al efecto el 30 de marzo
(jueves santo). La subv·ersión debía ser en–
cabezada por don Clemente Diez de Medina.
El predicho día, el pueblo, aprovechando
de que las autoridades estaban haciendo la
visita de
estaciones
en los templos de la ciu–
dad, se · reunió en Churupampa y empezó
la gritería libertaria; mas la presencia in–
mediata de las autoridades y tropa en el
foco de la rebelión produjo el d·esbande
total de los conjurados. Fu.é aquél un golpe
T. 11.
mal organizado y sin concierto alguno, que
sólo dió lugar al arrest!> y destierro de los
patriotas Tomás Orrantia y su mujer, Fran–
cisco Hinojosa, Mariano Medina, Ramón
Ribert, el doctor Andrade y algunos más.
Se acordó, entonces, aplazar el movi–
miento hasta el 16 de julio. Mientras tanto,
seguían las reumones secretas de los con-
Escalera
y
zaguán de la casa de Murillo.
jurados. A una de elJas, llegó
-el
emisario
doctor Mariano Michel, enviado, en apa–
riencia, por la Audiencia de Charcas para
prender a varios individuos fugitivos de la
noche del 25 de mayo; pero, en realidad,
para fomentar el fervor revolucionario en
preparación de las próximas luchas.
El doctor Michel, designado para pro–
pagar el movimiento en La Paz, así como
Alzérreca en Cochabamba, no podía estar
mejor elegido: era el prototipo del agitador,
alborotador, verboso. La Audiencia les fa–
cilitaba los medios para trasladarse a sus
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