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68 ORGANIZACION DE LA SOCIEDAD EN .EL PERU PRECOLOMBINO

cablos ·diferentes para designar un mismo grado de paren–

tesco, según sea el sexo de la persona vinculada a

él.

Así,

:

para denominar al hijo

q

hija sin distinción del género, del

·hermano o hermana de Yo, se ·usa

Conch~

o Mulla, según Yo

sea masculino o femenino, respectivamente. Ahora bien,

dentro de una misma generación, para designar a los herma-

11os, hay concordancia entre el sustantivo a usarse y el

gé–

nero de la persona que lo usa y el de la que es destinataria

del apelativo. Si es m·asculino el que habla, dirá a su her–

n1ano, de .mismo sexo, Huáuk y al del otro Pana. Si es fe-

1nenino dirá al sexo opuesto Pura y al suyo Ñaña. Per'o et

problema no es tan simple: sería lógico que el masculino y

e1

.femenino tuvieran vocablos especiales para designar a

su hermano y hermana, ya que uno representaría un

s~x:o

y ·

el restante al otro, pero, no obstante, la distinción no estál

precisarI?-ente en el sexo del destinatario sino en el del cau–

sente

de la comparación y así la traducción del espíritu de

~as

dicciones, sería: hermano de varón; hermana de va–

rón; hermano de mujer y hermana de mujer; es decir, unaJ

bipartición de los nominativos según el género masculino o.

Jemenino del que sirve de comparación. En el Aymara,

eti

cambio, hay solamente dos dicciones que indican los respec–

tivos sexos : Jilata para el masculino y CuUaca para el fe–

menino, usada in.distintamente sin considerar más que el

destinatario del parentesco.

Esta distinción bipartita que encontramos en el Kes,...

chua es otra .remanecencia de un sistema de parentesco pos–

terior al de generaciones. En esta nueva capa de formas

de

consanguinida~

era necesario distinguir los parientes de

la mujer, sobre todos los hermanos, de los del varón.

Esto se completa con

-1~

distinción del parentesco en la