CAPITULO VII
En Kusipata
no se moría
de tedio.
También allí se bebía
i
se
divertía ampliamente,
de~pués
de
que especia les uíllacs habían ce–
lebrado el sacrificio i salpicado
la frente
de toda
la multitud
con la sangre
de los llamas sa–
crificados,
i
después de . haberse
realizado el brindis ritual de los
enviados de Sapan lnka.
-Dichosos nosotros, que lnti
nos ha dado llegar otra vez a su
fiesta,- dijo
lnka Paullu, al Se–
ñor de Llampállec.
-En verdad que
roso nos
proteje
a
ecepción,-
respondió
Kuraka.
lnti amo–
todos, sin
alegre el
Pero en
e~e
istante se acer–
có lnka Huaira.
-Vosotros estáis alegres,- les
dijo.
- ¿
l quién
osaría no
estar~
lo,
Kuraka? ,. respondió
lnka
Paullu ....
-Sinembargo
la
sora
no
me sabe dulce del todo. Acaso
está resentido
el cuerpo con la
vejez .... Se goza tanto cuando
~
se está mozo
1. • • •
Con
todo,
Inka, i a pesar de que ma1 agüe–
ro anuncia la sora, quiero beber
por la salud
de nuestro amado
Monarca.
-Sí; de él nos viene el pla–
cer
i
la dicha,- dijo lnka Paullu.
1 arreciaron la fiesta.
Las 'mujeres se mezclaron a
1
os hombres por todaE partes; la
sora llegó
burbujeante a todos
los labios; la alegría fue eclosio–
nando en cantos
i risas, i la di–
versión estalló,
haciendo aflorar
el espíritu hasta
las · manos, que
comenzaron
a
batir
palmas,
cuanelo las numerosas bandadas
de
bailadores
desbordaron sus
múltiples
danzas
por
toda la
plaza.
-¡Así!. .• ¡Asiií!. .. palmo–
teaban cuando
la danza se ha–
cía vivaz.
-¡Huay!, ¡huay!, ¡huayl ...
gritaban de momento en momen-
to los panatahuas.
1
Otros danzantes daban gri–
tos agudos
al terminar arrodi–
llándose casi:
··i
Uíjaaaa! ..... .
El Sol
se
acercaba
a su
máximun, cuando
un
aconteci–
miento siniestro vino a turbar la
alegría de toda la fiesta.
Por los aires
~e
vió cernerse
un águila,
perseguida por dos
halcones rapaces.
El anka grita·
ba i daba vue'ltas a veces, co·
mo para defendene con sus ga–
rras de acero.