Por lo general, se decide por esta segunda solución, por
su "libertad". Empleza entonces una vida de
fugitivo~
errante
por las montañas o escondido en alguna cueva, atormen–
tado noche y día por el hambre y el temor de ser perse–
guido. Finalmente, denunciado por su amo, es detenido por
una patrulla ' de guardias civiles, quienes lo encierran por·
un período ilimitado.
Mas llega hasta la
p~'isión
otro propietario en busca de
peones y le ofrece la lil;:>ertad ·a cambio de ciertas condi–
ciones: él mismo se compromete a cancelar la deuda al an–
tiguo patrón y, por su parte, ·el reo
deber~
trabajar al ser–
vicio de su liberad_or, hasta amortizar la deuda contraída
y, además, los gastos de subsistencia _desde su entrada al
nuevo dominio. ¡Ha caído nuevamente en la servidumbre
que pretendió ·eludir!
.
También suüede que el indio '.'a ·contrata", deudor in–
solvente y mal pagado, confiesa al amo su des·eo de ale–
jarse de la hacienda con la esperanza de ganar más en otra
parte y promete cancelar su deuda en un plazo más corto.
Pues
~blen:
la mayoría de los propietarios confiscan al in–
feliz_sus herramientas, animales y hasta uno de sus hijos,
en calidad de garantía. Y el desgraciado ha de escoger
en~
tre permanecer bajo ·el yugo aborrecido o alej ar;se despo- .
·jado d€ todo, tan sólo con las manos libres para trabajar.
*
Los tiranuelos de lo
pueblos suelen efectuar "crueles in_. ·
justicias" con los na-tivos.
Cuando un indio se dirig·e a los páramos para vigilar
sus rebaftos, sus demás animales domésticos, vacas o ca–
ballos, al quedar sin cuidador, suelen, por hambre, pasar a
pastar a las extensas posesiones de un blanco; . éste no va–
cila en liquidarlos allí mismo ·de un tiro de carabina o se
apropia de los mejores ·ejemplares. Bi el indígena quiere
recuperarlos, tendrá que pagar una alzada multa,
aunqu~
los animales no hayan causado daño alguno. Y si el dueño
se ni·ega a pagar, el blanco dejará morir de hambre a las.
bestias, echando luego los despojos ·en la
propie~ad
del indio.
Si los animales son de raza, el patrón .les obligará a
que
se los venda por veinte soles, y les retendrá al último mo- .
mento la mitad como indemni-zaci-ón. En vano imploran
y .
suplican al amo; éste permanece inflexible y aun blasfema y
amenaza a los tímidos y aterrorizados quichúas, que no tie-
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