Don Pascal
recorren los
grupos
1evanta.ndo
los
ánimos
y
as·egurándose
el
apoyo de tod,os.
_
"El quemante sol de mediodia parece penetrar hasta el
corazón de las v-ecinas m·ontañas, secando la raiz misma
de las vertientes, aquellos "ojos de la ti·erra". Los frutos de
la tierra y los arbustos agonizan en las lomas, y a orillas
de los canales los sauces_llorones incUnan la cabeza como
moribundos, secados por la fiebr·e. Los pajarillos ya no can–
tan en los arboles que rodean la iglesia, Y los lUdios, ahora
silenciosos, se adormecen e, indolentes, >se tienden en ·el-suelo
· bajo los portales.
·
'tDe s·úbito resuena el cuerno de Pántacha. Sus notas
roncas despiertan .a los indios, y caen en sus almas como
sollozos. E.I eco profundo ·lleva hás:ta las áridas cimas la
queja de los "colonos", como un lamento angustiado contra
el sol
impl~cab1e,
y, aun más, contra el cruel egolismo de las
autor,idades
civil~s.
_
"~parece
el gobernador rodeado de sus amigos de "rostro
páli-do". El hijo del sacristán sube al campanario y
se
oye
luego el doblar de las campanas. Hombres y mujeres se .pre–
cipitan, como rebaño asustado, haeia el siniestro edificio
de la prisión.
'
"El
r~tico
estrado se halla frente a la cárc-el. Los ha–
bitantes de la aldea
se
aglomeran a un lado; los campesi–
nos al otro lado. Don Pascal; -el ayudante
guarda-canales,
observa las fisonomías; mas, ¡ay!, ha ·desaparecido -de l_as
m.iradas el valor ... ; sólo ve cobardes que tiemblan como lla–
mas dispuestas a ser degolladas. Sólo Pantacha renueva su
promesa de porfiarle al tirano.
"Este
se aproxima, con el paso vacilante del borracho,
el rostro congestionado, la pistola cargada al cinto. Es sa–
ludado por -los dos grupos, y ordena, afirmándose contra la
pared para no caer:
·
"-¡Don Pa'\scal, la lista!
"El
varayoc
sub~
sobr-e !la mesa y fija la mirad:a ar–
diente en los jefes de clan y en los "colonos" a fin de ani–
marlos; luego, con voz "lenta y segura, enumera a los pro–
pietarios que han de recibir aguas de. ri-ego.
"Al oír sólo nombres quichuas, BrauUo se yergue como
herido por un latigazo: Enarca las cejas
y_
lanza miradas
cuajadas de odio.
1
"-¡Silencio!
-vocifer~.
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