)
-
r
"- El regadío
es
primero para los más nec·esitados - ex-
plica friam·ente el distribuidor.
"Un jefe .grita:
"-¡Ante todo los ''colonos"!
"-¡El agua ·es para .todo el mundo!
~agrega
el músico.
"A estas palabras,
er
gobernador saca él revólver y grita
amenazador:
"-¡Fuera de aquí, o los mato!
\
"Ocurrió un
'~álYe!Se
quién pueda" .general. Tres balas
silbarán en los portales, aumentando ·el pánico. Los hombres
' saltan como jaguares, _las mujeres huyen chillando. Pantacha
los llama inútilmente; todos se esconden en las casuchas y
detrás de las esquinas. Sólo perman€c-:-en en los portales
algunos
tinkis
d€ la montaña, s1erios
y
erguidos.
"Pascal baja de su ·estrado. Funcionarios y ''colonos" se
desafían con la mirada. Braulio le clava la vista al mú–
sico, quien, lleno de odio, le grita:
"-¡Ladrón! ¡Mátame si qui,eres! Di.wara a la cabeza o
al corazón!
.
''Y blandiendo su
tromp~ta
de cuernos, se precipita so-
·bre ·el tirano, como ·un tigre de las selvas.
"Una bala del gobernador lo detiene y lo d€rriba. Nin–
gún
indig~ena
se mueve, ya sea para socorrer al herido
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para vengarlo: están paralizados de espanto.
"-¡~étanlo
como ·está al calabozo! ---ordena el magis–
trado asesino.
"Uno de los. blancos coge al herido por los pies y lo
arrastra hacia la cárcel. Un mestizo se re,bela ante est;e bár–
baro proceder; de un salto recoge la tro.mpeta de Pantacha
y la lanza con todas sus fuerzas a la cabeza de Braulio, de–
rribándolo.
"La·embocadura de metal se le ha incrustado en la fren–
te y brota la· sangre negra e · impura. Mordido por el dolor
y la vergüenza,' el ruf.ián blasfema
y
amenaza:
"-¡Tráiganme balas, más palas para matar a ese perro!
"-¡Que
r~vientes,
maldito! -le contésta el extraño.
"A la vista del arma que el gobernador ha vuelto a em–
puñar, el mestizo parte como una flecha, seguido de un
proyectil que 1e pasa rozando la oreja.
"Las puertas se han cerrado
c~omo
si fuera de noche,
bien trancadas por
e1
miedo.
"Al día sigui·ente,
é1
agua del estanque bañaba
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