pero, imponiéndose a las tribus llegadas del Sur, se adueftan
de la comarca y reeonstruyen Tiahuanaco.
*
Entretanto, los quichuas que sobrevivieron, establooidos en
la ribera orienta-1 del Apurímac, poco a poco,
a
través de
cuatro siglos, se fortalecen y preparan el desquite. Forman
un reinado que será regido por tres dina:stias sucesivas pre–
incaicas: la de los pyrhuas, la de los amautas
y
la de Tambo–
Toko.
La primera tiene su origen en una famosa leyenda gra–
bada en la memoria de la raza, a través de generaciones.
"Cuatro hermanos, casados con sus cuatro hermanas,
salieron un día juntos de las cavernas de la sagrada colina
de Paccari-tampu (mansión de la aur,o·ra). La madre es des–
conocida, pero eran hijos del Sol, quien los enviaba a fun–
dar un imperio. El astro padre hizo dos regalos a su hij
mayor,
Manco:
un amuleto prote.ctor en forma de pájaro
una varita de oro. De acuerdo con las instruociones del dios,
sus ocho descendientes debían encaminarse hacia el Oeste,
y cada día Manco golpearía el suelo con su vara de oro,
hasta que, de súbito, desapareciera en la tierra: alli ter–
minaría el viaje y sería aquél el sitio donde debían instau–
rar el reino.
"La familia se puso en marcha. A medida que avanza–
ban, el joven golpeaba de cuando en vez con su varita la
pendiente de un monte o el rin-cón de un valle. Hasta que,
en un
herm~oso
a tardecer, ésta se le escapó de las manO'.s
y
fué a parar a la eolina de Huanacauré. Entonees se detu–
vieron los caminantes y allí levantaron chozas para ellos
y
un temp.o rú.stico en honor a su padre
In
ti
(Sol). Estaba
. fundado el imperio quichua, por orden
y
bajo los auspieios
del astro dios."
Pero volvamos a la historia tal como la recibió Monte–
sinos a comienzos del siglo XVII de labios de los amautas,
sacerdotes y sabios, y guardianes de los anales de la naelón
de los "paja torei<ia". EStá de más advertir que las fechas
indicada-s por él son só1o aproximadas
y
no puede prestár–
seles gran valor, por lo menos a las más antiguas.
Cuando los quichuas se sintieron bastanté fuertes, en
1640 a . . de
J.
C., atravesaron de nuevo el Apurimac, diri–
giéndose primero hacia el Oe.ste. Reconquistaron su capital,
Andahuaylas y entonces se dirigieron hacia el Oriente. El
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